Agricultura depende de los inmigrantes
En un sentido, sin embargo, son idénticas. Ambas han dependido de la mano de obra inmigrante desde fines de los años 90. Y ambas temen que las ofensivas locales -y la falta de una reforma inmigratoria federal- les dificulten encontrar los trabajadores que necesitan.
"Los únicos que podemos conseguir para que hagan el trabajo son mexicanos", dijo Scarbor. "Si lográsemos que nuestros políticos comprendiesen que no se consigue la gente promedio de la ciudad para trabajar en el campo, se arreglaría este embrollo".
Escasez de trabajadores
Enfrentados con una escasez de trabajadores inmigrantes, los granjeros desde la Florida hasta California han gestionado ante el Congreso que modifique el sistema para su contratación.
El comisionado de agricultura de Georgia, Tommy Irving, el de mayor antigüedad en ese cargo en la nación, se sumó al coro calificando de "vital" para la agricultura el proyecto que finalmente no prosperó.
Los agricultores sostienen que el sistema actual es demasiado costoso e ineficiente, y dicen que los cultivos se están pudriendo en los campos mientras que los trabajadores que siguen el trámite legal están en el exterior esperando eternamente por sus visas.
Los empleadores agrícolas deben conseguir visas H2A cada temporada para los trabajadores inmigrantes. El proceso toma por lo menos un mes y requiere que los agricultores demuestren que no hay trabajadores estadounidenses disponibles, que suministren vivienda y transporte gratis para los trabajadores, y que les paguen el salario prevaleciente, que en Georgia es de unos $8.50 la hora. En una mañana reciente en la granja de Brim, Francisco Mejida, de 32 años, supervisaba una cuadrilla de unos 50 inmigrantes que empacaban berenjenas. Ha ido a Tifton desde Tamaulipas, México, durante diez meses cada año desde 1998 con una visa H2A.
Dijo que a menudo aconseja a los inmigrantes que están aquí ilegalmente inscribirse en el programa. "Es mejor para ellos, y luego pueden estar aquí como personas normales", afirmó.
Pero los pequeños agricultores como Scarbor dicen que no pueden pagar las cuotas del programa, que cuestan hasta cientos de dólares por solicitud.
Aún los granjeros grandes como Brim, que dicen haber usado el programa desde 1998 para contratar unos 600 trabajadores cada año, afirman que es demasiado engorroso.
"No podríamos funcionar sin trabajadores inmigrantes", dijo Brim. "Uno no quiere poner de 5 a 6 millones de dólares en el suelo y no poder recogerlos".