Ballet Folklórico de México

Un sueño que traspasó el tiempo

CIUDAD DE MÉXICO - La capacidad artística de Amalia Hernández es, sin duda, una de las expresiones culturales más reconocidas en el mundo entero, no sólo por el enorme legado de la creación del Ballet Folklórico que ostenta su nombre, sino también por el amor, el empeño y el trabajo que dedicó en el día a día, para lograr que su trabajo perdure hasta hoy y traspase las fronteras del tiempo.
Siendo apenas una niña de ocho años Amalia le pidió a su padre, Lamberto Hernández, que le permitiera tomar clases de baile, cosa común entre muchas niñas de su edad. Aunque al principio esto no sería bien visto por Don Lamberto finalmente el padre de Amalia aceptó.
Sin embargo, las condiciones para ello eran muy claras: la niña aprendería a bailar tomando clases en la casa y con los mejores maestros de la época.
El padre de Amalia contrato al profesor Sybine, bailarín principal en la compañía de la Pavlova, y a Madame Dambré, de la Ópera de París para que instruyeran a su hija en el mundo de la danza.
En ocasiones, el genio vivísimo de la niña no podía acomodarse fácilmente a las restricciones que impone el ballet clásico; para entonces, siempre en los altos vuelos de la enseñanza, Amalia estudiaba con la gran bailarina española "La Argentinita" para después tomar una serie de clases con Waldeen, prestigiada bailarina y coreógrafa estadounidense de danza moderna.
Fue así como inició la gran historia de una mujer que, con su talento, daría vida y forma a las emociones que transmiten las costumbres y tradiciones de nuestro país.
Salvador nos cuenta la forma en la que aprendió que sólo a través del trabajo se logra la excelencia pero, también, nos dice que éste trabajo no está peleado con la calidez humana que emanaba de la personalidad de Amalia.
¿Qué representa para usted el Ballet Folklórico de México o, mejor conocido, de Amalia Hernández? Yo creo que es un icono de nuestra cultura.
El primer ministro de China me dijo algo que me llamó mucho la atención, dice que el ballet es la verdadera cara de México, yo retomaría esa frase y diría que el ballet refleja muchas de las emociones, de las costumbres, del espíritu, de la alegría, de la fuerza de los mexicanos, entonces, yo diría que es un reflejo de nuestra forma de ser, de nuestro arraigo a las costumbres y por supuesto constituye, me parece, uno de los patrimonios culturales vivos, más importantes de la cultura de México.

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