Noticia Anterior
Carlos Reinoso Vuelve a Su Casa
Escrito el 27 Jan 2011
Comment: 0
El entrenador de origen Chileno Carlos Reinoso cuenta, a quien guste escucharlo, que cuando el viejo don Emilio Azcárraga visitaba al América en la década de los 70 les decía que no se olvidasen de que ellos representaban a la casa de espectáculos más importante de Latinoamérica. La orden era gustar, ganar y golear, era mejor perder 5-4 que ganar 1-0. El habilísimo Carlos Reinoso fue la piedra angular de aquella frase de los Cremas en esa era, primero como jugador y después en los años 80, a cardo de las Águilas, como técnico.
Fiel y leal americanista, también es propenso a decir que antes de su llegada al club en 1970 como jugador, "América no era nada" dentro del terreno de juego. Algo de razón tendrá luego de que en el año 2008 Reinoso ganó una encuesta entre los aficionados americanistas quienes lo eligieron como el mejor jugador del equipo de todos los tiempos. Nacido en Chile, hijo de don Luis, albañil y doña Dalila, ama de casa y según Reinoso argumenta "actriz frustrada", creció entre la cuchara y el histrionismo. Entre lo efectivo y lo espectacular, entre el trabajo pesado y el arte. Su futbol se hizo en el Audax Italiano, en su país, y llegó al América contra su voluntad y con la idea de irse de México lo más pronto posible.
Primero el recientemente fallecido dirigente "Panchito" Hernández y Alejandro Scopelli, el entonces director técnico de la institución, se pusieron en contacto con él y le prometieron verlo cuando viniera con la selección olímpica de Chile a un amistoso con México en el 68. Todo se frustró muy pronto: a Reinoso lo expulsaron a los 15 minutos. Un año después en 1969, reforzó al Colo Colo en un hexagonal celebrado en Chile. Al América le marcó dos goles y otros dos al Santos de Pelé. Cuenta que a Pelé, luego del partido contra Santos de Brasil, le contó que se quería ir y Pelé le dijo, “no te preocupes, te vienes con nosotros”. Pero América lo compró y sus planes se vinieron abajo entre rabietas y enojos pues no se quería venir. Reinoso quería jugar por el Santos. Además en el 68, cuando vino, los cremas eran último lugar y no le gustó mucho la idea. Tenía planes de irse o a Santos o a Europa. La primera campaña con América salió campeón y fuera de cualquier pronóstico se enamoró dos veces y nunca se fue.
Primero la actriz Verónica Castro le robo el corazón y después la afición del América. La historia lo marcaba desde el primer momento ya que en el primer Clásico que disputó, América le metía cinco goles a las Chivas. Ese fue el punto de inflexión en su vida, “de ahí nació mi amor y mi pasión por el club”, señala. En 1998 tuvo un regreso al América que poco exitoso y dispar, pues no consiguió ganar nada y desde ese instante dijo que regresaría algún día al club de sus amores. Su amor por las Águilas es tan grande que pregona libremente que cuando muera quiere que sus cenizas sean repartidas entre el Estadio Azteca y Coapa, y "una parte en Acapulco". Parece que con la muerte del querido dirigente "Panchito" Hernández, el club América ha volteado a mirar su pasado más glorioso para ver hacía el futuro. Saludos al Maestro Reinoso que está de vuelta en su casa.
Fiel y leal americanista, también es propenso a decir que antes de su llegada al club en 1970 como jugador, "América no era nada" dentro del terreno de juego. Algo de razón tendrá luego de que en el año 2008 Reinoso ganó una encuesta entre los aficionados americanistas quienes lo eligieron como el mejor jugador del equipo de todos los tiempos. Nacido en Chile, hijo de don Luis, albañil y doña Dalila, ama de casa y según Reinoso argumenta "actriz frustrada", creció entre la cuchara y el histrionismo. Entre lo efectivo y lo espectacular, entre el trabajo pesado y el arte. Su futbol se hizo en el Audax Italiano, en su país, y llegó al América contra su voluntad y con la idea de irse de México lo más pronto posible.
Primero el recientemente fallecido dirigente "Panchito" Hernández y Alejandro Scopelli, el entonces director técnico de la institución, se pusieron en contacto con él y le prometieron verlo cuando viniera con la selección olímpica de Chile a un amistoso con México en el 68. Todo se frustró muy pronto: a Reinoso lo expulsaron a los 15 minutos. Un año después en 1969, reforzó al Colo Colo en un hexagonal celebrado en Chile. Al América le marcó dos goles y otros dos al Santos de Pelé. Cuenta que a Pelé, luego del partido contra Santos de Brasil, le contó que se quería ir y Pelé le dijo, “no te preocupes, te vienes con nosotros”. Pero América lo compró y sus planes se vinieron abajo entre rabietas y enojos pues no se quería venir. Reinoso quería jugar por el Santos. Además en el 68, cuando vino, los cremas eran último lugar y no le gustó mucho la idea. Tenía planes de irse o a Santos o a Europa. La primera campaña con América salió campeón y fuera de cualquier pronóstico se enamoró dos veces y nunca se fue.
Primero la actriz Verónica Castro le robo el corazón y después la afición del América. La historia lo marcaba desde el primer momento ya que en el primer Clásico que disputó, América le metía cinco goles a las Chivas. Ese fue el punto de inflexión en su vida, “de ahí nació mi amor y mi pasión por el club”, señala. En 1998 tuvo un regreso al América que poco exitoso y dispar, pues no consiguió ganar nada y desde ese instante dijo que regresaría algún día al club de sus amores. Su amor por las Águilas es tan grande que pregona libremente que cuando muera quiere que sus cenizas sean repartidas entre el Estadio Azteca y Coapa, y "una parte en Acapulco". Parece que con la muerte del querido dirigente "Panchito" Hernández, el club América ha volteado a mirar su pasado más glorioso para ver hacía el futuro. Saludos al Maestro Reinoso que está de vuelta en su casa.