Crece la insatisfacción laboral

La preocupación que desde hace tiempo expresan los estadounidenses por el futuro de sus finanzas pese al periodo de bonanza económica de los últimos años podría no ser el gran misterio que algunos quieren hacer creer.

Detrás del robusto crecimiento registrado por indicadores como el Producto Interior Bruto (PIB) se encuentran datos menos aireados que explican la insatisfacción del ciudadano medio con la gestión económica de la actual Casa Blanca.

Entre esos datos está uno que va directamente al bolsillo: el salario medio por hora, que ha caído un 2 por ciento desde 2003 si se considera el impacto de la inflación.

De ahí que, pese a la insistencia del gobernante Partido Republicano de que la economía avanza viento en popa, expertos como Dean Baker, codirector del Center for Economic and Policy Research, con sede en Washington, concluyan que "el PIB no significa nada, la gente no lo está sintiendo en sus finanzas".

Numerosos analistas destacan, además, que la caída de los sueldos en términos reales (ajustados por la inflación) es todavía más significativa si se tiene en cuenta que la productividad -cantidad producida por trabajador medio por hora- no ha dejado de crecer.

Durante la mayor parte del último siglo, los salarios y la productividad -el indicador clave de la eficiencia económica- han ido de la mano.

Pero en los últimos años, productividad y sueldos han dejado de repuntar al unísono.

Así, mientras que la productividad laboral aumentó un 16.6 por ciento entre 2000 y 2005, la compensación del trabajador medio (que incluye, además del sueldo, el seguro de salud pagado por la empresa, la contribución a los planes de pensión y otras retribuciones) sólo ha subido un 7.2 por ciento.

Esa tendencia ha hecho que los salarios supongan ahora el menor porcentaje del PIB de Estados Unidos desde que el gobierno empezó a recopilar los datos en 1947.

Los beneficios empresariales, por el contrario, han aumentado hasta suponer el mayor porcentaje del PIB desde los años 60. No es de extrañar que el banco de inversión UBS describiese recientemente este periodo económico como "la era dorada de la rentabilidad".

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