Destierro de pequeños ciudadanos
“Resulta inaudito pero así es”, afirma Martha Salazar, una madre ecuatoriana que desde hace dos meses está luchando por regresar de Ecuador, su país de origen, a su pequeño de 8 años.
El menor viajó allí para visitar a sus abuelos. El verano pasado, después de terminadas las clases, Salazar mandó a pequeño a Quito. Entonces ella no se dio cuenta que el pasaporte estadounidense del niño expiraba mientras estaba de vacaciones en Ecuador. A mediados de agosto, cuando intentó emprender el regreso hacia su patria, las autoridades de aquel país le impidieron salir por no tener vigente el mencionado documento.
“Ahí básicamente empezó nuestro calvario”, relata en tono desesperado Salazar, que llegó a los Estados Unidos hace 14 años y quien todavía no ha podido legalizar su situación inmigratoria. “Mi mamá se presentó con el niño para renovar el pasaporte, pero para nuestra sorpresa, el cónsul que la atendió le dijo que no le harían el trámite porque uno de los dos padres del menor tenía que estar presente”, sostuvo.
Resultó infructuosa la explicación que la señora le dio al cónsul en el sentido que los padres no podían viajar a Ecuador, porque estaban trabajando, pero que ella llevaba un poder, que como lo dictan las regulaciones norteamericanas, la habilitaba para representarlos.