Hace muchos años, en el mundo del fútbol, Africa sonaba como sinónimo de futuro. El camino de las naciones africanas para ingresar en la historia de los Mundiales ha sido lento pero sin pausa. Recién en la novena Copa del Mundo -México 1970- participó por primera vez un país de ese continente.
En aquella oportunidad, Marruecos registró dos derrotas y un empate que lo dejaron afuera en primera ronda. Ese mismo país fue el primer candidato con posibilidades de organizar un Mundial, pero en 1994 Estados Unidos lo superó en la elección por 3 votos.
Por otro lado, la inmigración africana en Europa cambió la cara de muchos equipos del viejo continente. Selecciones como la francesa que fue campeona del mundo en 1998 y finalista en el último torneo nutren sus formaciones con jugadores naturalizados o hijos de africanos. Y qué decir de Brasil. El pentacampeón plasmó su historia de mestizaje en una selección multiétnica que por títulos y juego es la mejor del planeta.
El paso que le faltaba dar a Africa para ingresar en la historia grande del fútbol era organizar una Copa del Mundo y, este año, Sudáfrica será el país encargado de darlo. ¿Cuántos falta para que finalmente veamos un campeón africano? No lo sabemos, pero no parece una idea descabellad