Espera a Tus Hijos Después de la Fiesta

Conversar unos minutos con tus hijos cuando regresan de una reunión puede ayudarte a identificar problemas importantes.

En la adolescencia las fiestas y las reuniones entre amigos están a la orden del día, y aunque en todas las épocas el tema de los permisos ha sido de los más temidos porque compromete a los padres a vigilar el bienestar de los hijos y cerciorarse de darles los elementos suficientes para que no expongan su integridad en este tipo de eventos, es algo inevitable. Una de las principales preocupaciones que pueden experimentar los padres entorno a la inminente integración social de sus hijos, es que se abra para ellos una puerta de acceso a la gran variedad de sustancias que en la actualidad se utilizan como drogas.

Existen algunas de ellas que simplemente por los efectos que producen en el individuo son hasta cierto punto, fáciles de detectar, sin embargo no ocurre lo mismo con los medicamentos que ya sea mezclados o por sí solos, se utilizan con el fin de alcanzar un estado de éxtasis pasajero que para producirlo en futuras ocasiones, requerirá de una dosis mayor de sustancia. La especialista en adicciones Mariana Gutiérrez, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirma que el consumo de medicamentos como drogas, anteriormente se tenía detectado que afectaba principalmente a mujeres adultas, no obstante en la actualidad ha habido un cambio notable: los mayores consumidores son los jóvenes quienes las adquieren.

“Lo más preocupante es que los padres no se dan cuenta de que sus hijos tienen acceso a ellas, porque el efecto que tienen es pasajero. Si un joven la consume en una fiesta y sus padres ya no lo ven hasta el día siguiente, la reacción en el organismo habrá desaparecido y será hasta que se haya generado una adicción cuando lo perciban a simple vista”, advierte la experta.

¿Cómo te fue?

Para la psicóloga Mariana Gutiérrez, una forma de estar alertas es esperarlos a su llegada de la fiesta, dedicarles unos minutos para conversar acerca de cómo les fue, con quienes fueron y que hablen acerca de su actividad.

No se trata de convertir su arribo en un despiadado interrogatorio que terminará por alejarlos más, sino de despertar el mutuo interés por conocer más sobre ellos y el mundo en el que se desenvuelven.

“Cuando se crean estos lazos, es más sencillo que los jóvenes empiecen a sentir la confianza y el apoyo de sus padres, por lo que si en algún momento alguien les ofrece drogas o consumen algo que les genere malestar físico, sabrán que la primera opción para recibir ayuda estará en sus padres”, afirma la catedrática. Hacerles saber y sentir que el motivo de la espera no es causada por la desconfianza, sino por el genuino interés de estar al pendiente si algo se les ofrece, pero que durante ese tiempo tú también aprovechas para disfrutar de un programa de televisión, para leer o simplemente para relajarte en tanto llegan, les quitará de encima la carga de sentirse vigilados o de ser los responsables de tus desvelos, y por el contrario, cuando lo requiera, sabrá que tú estarás a su lado.

Como explica Mariana Gutiérrez, en la actualidad uno de las barreras que se crean entre jóvenes y adultos, es que se da por hecho que a cierta edad ya no es tan necesario estar al pendiente de quiénes son sus amistades, a dónde va y cómo se divierte, por lo mismo no es preponderante para algunos padres cerciorarse de que su hijo llega con tranquilidad.

Descubre los riesgos

Leticia Echeverría San Vicente, catedrática de la Facultad de Psicología de la UNAM, comparte algunos rasgos en el comportamiento que pueden ser una alerta roja de que hay peligro de adicción:

• Pérdida considerable de peso sin razón aparente.

• Deja de comer.

• Cambios radicales en el comportamiento; si era tranquilo ahora es hiperactivo y viceversa.

• Tiene dificultad para caminar o para mantener la atención y atender a ciertas respuestas.

Hacer equipo con los hijos contribuye a prevenir las adicciones, si ellos encuentran en el núcleo familiar un ambiente cálido y respetuoso en el que puedan expresarse con libertad y con la certeza de que pase lo que pase, nada hará que sea sujeto de juicio moral, pero sí de apoyo incondicional, habrás dado el primer paso para mantenerlos al margen de cualquier sustancia adictiva.

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