EU y los Terroristas en sus Propias Entrañas
Una década después de los ataques del 11 de septiembre, los estadounidenses enfrentan un nuevo enemigo, que porta pasaporte de Estados Unidos.
Durante décadas, la asimilación ha sido el sueño de todo inmigrante en Estados Unidos. Irlandeses, italianos, católicos, negros, japoneses, judíos... Todos se esforzaron por incorporarse a la sociedad, manteniendo sus culturas y tradiciones. Hoy, en que un mouse pone al mundo a los pies de uno y es posible llegar a casi cualquier rincón del mapa en poco tiempo, la globalización compite con la asimilación. Personas que tienen un pie en una cultura y otro en otra muy diferente ya no deben optar por una de ellas. Pueden vivir entre las dos.
Y resulta posible que algunos estadounidenses musulmanes fanáticos, que viven en lo que perciben como una cultura hostil, se identifiquen más con un pueblito afgano bombardeado o con una escuela madrassa paquistaní que con sus propios vecinos.
"Ha habido una campaña para convencer a la gente de que en el Islam se produce una radicalización únicamente cuando la gente es pobre, desesperada y apela a la religión porque no tiene otra alternativa. Pero hemos visto un caso tras otro que indica que eso no es cierto", expresó Geneive Abdo, autora de "Mecca and Main Street: Muslim Life in America after 9/11" (La Mecca y la calle principal: La vida de los musulmanes en Estados Unidos después del 11/9).