Falfurrias,TX – Hay inmigrantes que recorren miles de kilómetros para ver cómo se les termina su odisea, cuando creen que el final está cerca. Se arriesgan atravesando fronteras para ver cómo se les acaba la vida en un pedazo de tierra vasto y desolado, que arde, marea y mata.
Un pedazo de tierra que es Estados Unidos, porque la frontera con México está a 100 kilómetros de Falfurrias.
Esta es una “segunda frontera”, ardiente, áspera y brutal. Un olvidado corredor de la muerte que atrapa a inmigrantes que ya pasaron por todo, menos por este segundo límite que fue creado por un puesto de control de la Patrulla Fronteriza (USBP, por su sigla en inglés).
Se llama Falfurrias porque está en las afueras de una ciudad del mismo nombre, un punto en el mapa de Texas. Al menos 550 inmigrantes indocumentados murieron aquí en los últimos siete años, intentando evitar a las autoridades.
Ese puesto de control no es más que un inmenso cobertizo, con un pequeño edificio, y un puñado de agentes que inspeccionan vehículos y hacen preguntas. Eso es suficiente para forzar a los inmigrantes a evitarlo.
Sus “coyotes” -los que los guían- suelen dejarlos a pocos kilómetros de Falfurrias, en la carretera 281, que mide 3.013 kilómetros y va desde la frontera con México hasta el límite con Canadá.
Es una de las principales vías de conexión entre el sur de Texas y el resto de Estados Unidos, indispensable para los inmigrantes. Por allí pasan migrantes, “coyotes” o drogas, aunque en realidad intentan evitarlo. Y encuentran la muerte a causa de la insolación, la deshidratación o la hipotermia.