Hollywood descubre una nueva latina en “Quinceañera”

HOLLYWOOD - Pocas películas, ya sea de los estudios de Hollywood o del sector independiente, tienen el encanto de "Quinceañera", que fue concebida, producida y presentada con éxito en el Festival Cinematográfico Sundance en apenas poco más de un año.

Por eso resulta grato decir que los resultados de la película de los escritores y directores Richard Glatzer y Was Westmoreland han sido también encantadores.

"Quinceañera" tiene varios pasajes deprimentes. Después de todo, es la historia de una adolescente mexicano-estadounidense despreciada por su padre después de quedar embarazada.

Pero la frescura y vitalidad de la película compensan la premisa sombría, y las actuaciones naturales del reparto de desconocidos le dan un aire de autenticidad que le ayuda a evitar el melodrama azucarado que tanto empalaga otras historias juveniles.

Emily Ríos hace un debut notable en el papel de una muchacha de firme voluntad que se halla en el clásico drama del embarazo adolescente, aunque con un giro: un ángulo de concepción semi inmaculada que eleva su historia del clásico clisé a los anales del "Créase o no".

Ríos protagoniza a Magdalena, una adolescente de buen corazón cuya familia vive en el Echo Park, de Los Angeles, un barrio tradicionalmente hispano que se ha convertido en un enclave de artistas y homosexuales. Magdalena está preocupada por sus compañeras de escuela charlatanas, su novio robusto y su próxima fiesta de los quince años, que espera celebrar con un vestido de ocasión, una limosina y todas las galas.

Aunque la muchacha insiste en que ella y su pretendiente nunca han mantenido relaciones sexuales, termina embarazada y avergonzada por su padre como para irse de su casa y mudarse con su tío abuelo Tomás (Chalo González) y su primo homosexual Carlos (Jesse García), paria para su mismo padre.

Juntos, los tres empiezan a formar una pequeña familia unida que se moviliza cuando se encuentran enfrentados a los nuevos propietarios de su casa de alquiler (David W. Ross y Jason L. Wood).

"Quinceañera" logró un doble halago en enero en Sundance cuando ganó tanto el premio del jurado a la mejor película dramática como el premio a la favorita del público.

El galardón por partida doble se debe tanto a la débil competencia en el festival de este año como a la calidad de la película. En la mayoría de las veces, "Quinceañera" habría sido una de tantas en la competencia de Sundance.

Sea como fuere "Quinceañera" es una buena película, aunque no al nivel de predecesores en los premios como "The Station Agent", "You Can Count on Me", "In the Bedroom" y "American Splendor".

La trama no es muy sólida y, después de desarrollar los conflictos de varios personajes, la película afloja cerca del final, donde resume todo demasiado abruptamente.

No deja al espectador

mucho que pensar.

De todos modos Glatzer y Westmoreland presentan un panorama encantador de Echo Park, donde viven desde el 2001. Hace dos años les pidieron fotografiar la fiesta de quince años de una vecina, una celebración que les pareció exuberante, con una mezcla sorprendente de tradiciones mexicanas y cultura popular estadounidenses.

El primer día del 2005 decidieron hacer una película sobre su barrio. Rápidamente consiguieron la financiación, elaboraron el libreto y hallaron a sus vecinos hispanos más que dispuestos a proporcionar extras, elementos de utilería, lugares donde filmar y otro apoyo.

En el término de nueve meses tenían lista la película para presentar en Sundance.

Evocación nostálgica de un barrio, "Quinceañera" es un canto de amor a la diversidad de Estados Unidos y la importancia de mantener la tradición, aunque esas tradiciones tengan que adaptarse a los tiempos cambiantes.

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