Indocumentada activista deportada

LOS ANGELES. Una indocumentada mexicana, quien abandonó su refugio en una iglesia de Chicago por primera vez en más de un año, participó el sábado en una protesta en Los Angeles para exigir una reforma de inmigración, y dijo que ha preferido "quedarse y pelear" en el país. Elvira Arellano, quien habló en una iglesia del centro de Los Angeles, dijo que no tiene miedo de ser detenida por los agentes de inmigración. Buscó refugio en la iglesia en Chicago para evitar ser deportada y separada de su hijo de 8 años, nacido en Estados Unidos.

"Desde el momento en que me refugié, ha existido la posibilidad de que me arresten en el lugar y momento que deseen", dijo Arellano, de 32 años. "Sólo tengo dos opciones, ir a mi país, México, o quedarme y seguir luchando. Decidí quedarme y pelear". Arellano y otros activistas quieren que los legisladores suspendan las deportaciones y aprueben las reformas que permitirían a inmigrantes indocumentados permanecer en el país, al menos temporalmente.

"No podemos esperar otras elecciones", dijo Arellano. "No podemos esperar con los brazos cruzados, mientras nuestras familias son separadas".

Mientras Arellano hablaba, su hijo Saúl participaba en una pequeña concentración de activistas, quienes exigieron una reforma de inmigración, a unos kilómetros de la iglesia, en el palacio del ayuntamiento.

Los funcionarios de la oficina Federal de Inmigración y Aduanas se negaron a hablar de sus operaciones, pero ningún agente uniformado pareció estar presente en la iglesia ni en la protesta.

Miembros de la iglesia local dijeron que Arellano tenía previsto visitar a las familias de otras cuatro personas que se refugian en iglesias de Los Angeles. Tras orar con esas familias, volvería al oriente del país. Arellano llegó ilegalmente al estado de Washington en 1997. Se le deportó a México poco después, pero regresó y se mudó a Illinois en el 2000, para trabajar lavando platos en el Aeropuerto Internacional O'Hare. Fue detenida en el 2002, en el aeropuerto, y se le halló culpable de trabajar con una clave falsa de Seguridad Social. Debió entregarse a las autoridades en agosto pasado, pero pidió refugio en su iglesia para evitar la deportación.

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