La Columna de Alvaro

Jorge Vergara se salió con la suya al despedir a Omar Arellano luego de tres partidos y contratar de último momento a Francisco Ramírez, quien ganó en su debut como director técnico ni más ni menos que en el Clásico Nacional.

Peor mensaje no pudo haber. Triunfó el capricho de un magnate y las características del balompié mexicano lo premiarían. No hay porqué extrañarse.

La victoria del Rebaño Sagrado -y así lo evidenció el partido- se dio por el coraje de sus jugadores, no por lo trabajado durante los tres días anteriores al compromiso.

Ese 1-0 contra las Águilas le brindó alegría al directivo, mas no le dan la razón.

A pesar de los resultados, Chivas se niega a jugar mal, a carecer de espectáculo y agresividad en su futbol.

A los rojiblancos da gusto verles, aunque los resultados se resistan a recompensarles. No obstante, Vergara suma más antipatía y muchos frotan sus manos para verle caer.

Si bien porta una sonrisa en estos días porque su club doblegó al histórico rival, recuerden que el mayor mal del futbol mexicano, la irregularidad, existe ante la falta de vacunas.

Se trata de una enfermedad presente y, del actual séptimo lugar general, y segundo de Grupo 2, el equipo podrían recaer.

Sin contar la Copa Libertadores de América, al Guadalajara le quedan tres partidos en la fase regular del Clausura 2009: Pumas, en Ciudad Universitaria; Puebla, en el Jalisco; e Indios, en Ciudad Juárez.

También le quedan muchos caprichos más de su dueño y Paco Ramírez corre el mismo riesgo que sufrieron todos sus predecesores.

Claro, a menos que cumpla con los caprichos del voluble de su patrón.

Ya lo juzgaremos por su trabajo.


*Conductor de ESPNDeportes.


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Alvaro Morales
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