La mitomanía, un mal de miles
Si dice mentiras de forma compulsiva, entonces usted padece un trastorno lo que lo convierte en mitómano y sólo se podrá curar su acepta la ayuda de un especialista
Hay quien miente sin parar.
“Bueno, hay de mentiras a mentiras. Yo acostumbro a no decirlas, pero creo que a veces sí se requiere”, dijo Johana Hernández, empleada.
Johana le llama “mentiras piadosas” a ocultar a verdad a la familia, al jefe o a los amigos.
“Puedo decir que a ellos de vez en cuando sí les digo unas mentiritas”, añadió Johana.
Mentimos mucho más de lo que creemos.
“A veces cuando te duermes y llegas tarde, la clásica mentira que todos saben y alguna vez la han usado: Se ponchó la llanta o no arrancó mi coche, cuestiones de ese tipo”, agregó Israel Gómez, empleado. Una encuesta realizada por Consulta Mitofsky a mil mexicanos arrojó que en promedio se dicen cuatro mentiras, de todo tipo, al día.
El 55 por ciento manifestó decir mentiras a sus padres.
El 27 por ciento de los hombres encuestados y el 21 por ciento de las mujeres encuestadas, aceptó mentir a sus jefes.
La necesidad, la conveniencia o el evitar conflictos son las principales excusas para mentir.
Las mentiras ya forman parte de la vida. Ocultar la verdad y fingir son actitudes que los especialistas ven como normales aunque no sean aceptables.
Pero si este comportamiento es compulsivo, entonces el individuo padece un trastorno, es mitómano.
“El mitómano es el que dice mentiras sin razones de decir mentiras, porque quiere elevar su propia autoestima, sobre la base de hacer creer lo que no es, lo que no tiene. Por otro lado la mitomanía implica una serie de fabulación mental en la que muchos se sumergen para crear un mundo fantástico”, dijo el psiquiatra Pablo García.
Científicos de la Universidad de California estudiaron la estructura cerebral de los mitómanos y descubrieron que tienen un 14.2 pro ciento menos de materia gris que las personas honestas.
La toma de decisiones morales se llevan a cabo en la sustancia gris del lóbulo prefrontal del cerebro.
“Cuando el sujeto ha hecho de la mitomanía un modo de vivir que ya le ha dado incluso resultados económicos o que se ha desprendido tanto de la realidad que se desconoce la realidad concreta, entones es difícil de cambiar porque evoluciona de un mundo fantástico a un mundo delirante”, afirmó el psiquiatra Pablo García.
En el universo fantástico de los mitómanos arrastran a su mundo, de delirio, a otros y al final se destruyen.
“El mitómano como vive fuera de la realidad, al final sus mentiras van a caer. Normalmente este tipo de enfermedades empiezan a dar datos en la infancia y se van desarrollando a partir de la adolescencia”, opinó el psicólogo Darío J. Urdapilleta.
Los mitómanos se pueden curar sólo si aceptan la ayuda de un especialista.