La Voz Presenta: NUESTRO ORGULLO HISPANO Esther Serrano:

En la vida siempre debemos estar aspirando a algo mejor

"Me comía las frutas sin pensar cuál era el esfuerzo para que deliciosos, jugosos y frescos néctares llegaran a deleitar mi paladar; pero cuando vine a Estados Unidos, comprendí el trabajo y sufrimiento que debemos realizar como trabajadores de campo para que esto sea una realidad. Nacida y vivida en la ciudad de México, doña Esther Serrano se caso a la temprana edad de 16 años, con el señor Miguel Angel Serrano. En sus primeros años de matrimonio procrearon a sus hijos Eury, Elizabeth y Edith. Su historia de por qué están acá en los Estados Unidos, es como la de cualquier otro: 'buscar el sueño americano en la tierra de los ensueños'.

"Veníamos a trabajar como máximo por tres años, nuestra idea era recoger unos cuantos centavos para nivelarnos y tener una base económica suficiente para ofrecerle a nuestros hijos una vida digna. Resulta que cruzamos el cerro, caminamos el desierto de la misma manera que lo hace cualquiera de nuestra gente, porque no teníamos las condiciones monetarias como para poder ir hasta una embajada y solicitar visas.

"Decididos a cruzar, mi esposo Miguel Angel, mis pequeños dos hijos Eury y Elizabeth, iniciamos la aventura de hacia el más allá. Yo, dice en sentido cómico doña Esther, venía embarazada, de tal manera que Edith es mi única hija hecha en México y ensamblada en los Estados Unidos. Ante la necesidad de trabajar llegué al Concilio Migrante del Estado de Washington -antes conocido como guardería-, para dejar mis hijos por las horas que me mantenía en el campo trabajando en la agricultura. Fue así como me involucré en este programa que busca ayudar a las familias que se dedican a trabajos agrícolas o relacionados con éstos y tienen hijos de un mes hasta cinco años y necesitan de cuido.

Recuerda doña Esther, que allá por la década de los 70's, la entonces Directora del Concilio era doña Elisa Devis, una mexicana 100% nacida en Monterrey, y le aconsejó con estas palabras: "Tu no puedes seguir trabajando en el campo, tienes que cambiar de vida, debes buscar algo diferente, ¡Ah! Algo más, cuanta vez tu puedas vente al Concilio y trabaja de voluntaria; aprenderás muchas cosas nuevas; pero sobre todo, a dar amor".

Estas palabras no sólo fueron la esperanza sino el motor que me impulsó a cambiar mi vida. El campo no era mi fuerte y aunque estoy muy orgullosa de haberme dedicado al trabajo agrícola quizá por unos cinco años, esto no era lo que quería para el resto de mi vida. Me inicié como voluntaria y gracias a Dios, muy pronto pude aplicar como ayudante de cocinera; resumidamente, he desempeñado todas las funciones que pueda haber dentro del Concilio Migrante. Este sendo trabajo, me permitió adquirir la experiencia necesaria para que en 1996 aprovechara la oportunidad de asumir la dirección de la Institución. Con este nuevo reto quise demostrarle a mis hijos que las personas siempre debemos estar aspirando a algo mejor. De México únicamente traía mi educación básica media, de manera tal que tuve que estudiar para poder adquirir mi GED; necesité de estar en la escuela de manera constante y persistente hasta aprender el idioma inglés; me pasé horas, días, meses y años entre cuatro paredes para aprender acerca de cómo educar a los niños. Este es un sacrificio que ha valido la pena porque me he dado cuenta que mediante el servicio contribuimos a cambiar hacia un mundo mejor.

He luchado por transmitir a cuanta persona puedo la misma adrenalina que hizo cambiar mi persona; he dedicado parte de mi tiempo en enseñarle a las personas cuáles son nuestros derechos y cuáles nuestros deberes como inmigrantes; sin que perdamos de vista el respeto a nuestras costumbres y culturas. Pienso que este es un país de oportunidades y si somos respetuosos de la ley, trabajadores y sobre todo, creamos espacios para darnos un tiempo en el estudio, estaremos contribuyendo a ser cada día mejor que ayer.

Mi trabajo me ha permitido conocer acerca de las necesidades de nuestra gente y siempre he buscado la manera de cómo ayudarles; para el año 2003, apliqué para ofrecer servicios de Notaria Pública y gracias a Dios, se me concedió; con este logro he podido ayudar a mucha gente humilde y trabajadora. Como Directora del Concilio Migrante del Estado de Washington, vengo trabajando desde 1996 con el Programa de Educación Temprana (Pre-Escolar) y, con el Programa para Familias Migrantes y Temporales. Estos dos programas son completamente gratis para trabajadores agrícolas y/o que tengan relación con éste.

El programa proporciona experiencias educativas bilingües y multiculturales para ayudar a los niños a desarrollar una autoestima positiva, facilitarles el aprendizaje y el desarrollo del conocimiento de su idioma primario; provee comidas y bocadillos nutritivos todos los días para promover un buen desarrollo físico, social y emocional en cada niño; proporciona exámenes, vacunas, exámenes físicos y dentales de acuerdo a la edad de los infantes y; asegura la inscripción de los niños sin tomar en cuenta raza, sexo, religión, color, origen étnico o incapacidad. Además, trabaja en forma conjunta con los padres para ayudarles a mejorar su situación económica y su manera de vivir.

Estimo que si decidí quedarme en este país, fue para ayudar a mi raza y creo que lo estoy logrando, me lo confirman algunos muchachos que ayer tan sólo eran unos niños y hoy cuando los encuentro en una tienda o yendo y viniendo de un colegio veo que el trabajo no ha sido en vano. Gracias al Concilio Migrante del Estado de Washington, que me ha permitido desarrollar esta capacidad.


Si usted tiene niños de un mes a 4 años y trabaja en el sector agrícola u otro relacionado con éste, sus hijos califican para el Programa de Educación Temprana o para el Programa para Familias Migrantes Temporales. No averiguamos status legal porque no somos migración. Estamos ubicados en 315 W. Court Stree, Pasco, Wa. 99301, nuestro teléfono (509) 547-7882.

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