La Voz Presenta: ORGULLO HISPANO Marta Gallo: De cuna pobre al mundo del negocio…”de cueros”
Marta Gallo, aprendió de su padre el amor y la pasión por el trabajo y fue una niña que nunca extrañó la confortable cama, ni mucho menos el calorcito de las colchas; su día de labores comenzaba a las cinco de la mañana, en algunas ocasiones mucho antes de que el Sol dejara ver sus primeros rayos. La señora Gallo, se levantaba mucho antes que el resto de los gallos. Al final de la tarde, el candente Sol marcaba salida y ella se limitaba a sonreír y decirle adiós.
"Teníamos muchas responsabilidades y no contábamos con tiempo para pensar en el tiempo y, es que cuando uno se siente cómodo con la labor que desempeña, cada momento que se vive es placentero; es más los días soleados de campo, el canto melancólico de la lluvia, los delicados y apacibles celajes del atardecer, el trinar de las aves, el ruido silencioso del viento agitando los árboles; todo, todo lo que tiene color a verde y sabor a tierra, reflejan la esencia misma del ser y uno aprende a valorar estas cosas sencillas, que no son otra cosa más que lo grandioso de la creación divina.
"Toda niña en su infancia tiene muñecas y existe una que es la preferida, sea por su pelo, porque llora, habla o sencillamente porque es una Barbie que le encanta la diversión. Yo tuve una vaca que fue mi consentida y no porque fuera esbelta o tuviera piscina, lujosa casa o un buen mozo; "La paloma", era una vaca con una mirada muy profunda, completamente blanca, excepto por una estrella negra en su frente; tan tranquila que me permitía luego de ordeñarla, acostarme sobre ella, cantar, contemplar el cielo o simplemente dormir. Nunca jamás que recuerde me tiró al suelo.
"Así pasaron los años y tras dejar mi pueblo natal, me trasladé hasta el D. F., en donde establecí mis primeros negocios de ventas de ropa y artículos de cuero. La gente me conoció rápidamente porque siempre he ofrecido atractivos precios, buena calidad y excelente trato a los clientes. Pese a que todo marchaba bien, hubo algo que me impidió continuar en mi tierra natal y fue la zozobra, el temor, la incertidumbre, el olor a violencia, a asalto; eso que no deja respirar con tranquilidad a las personas. De hecho, fui víctima de muchos atracos y el último robo me dejó pérdidas por más de 40 mil dólares.
Pero, soy una mujer que nunca ha dejado vencerse por las adversidades, siempre he sabido aprovechar las oportunidades y cuando hablo de aprovechar, me refiero a inyectarles la porción de positivismo necesario para que las cosas marchen bien. Siempre me han gustado "los cueros" y en cuanto vine a Pasco, allá por 1996, me establecí junto con mi familia y continué en el negocio; eso sí, comencé de cero nuevamente. De México extrañaba mi familia, sus costumbres y su gente… creo que todos los que venimos a estas tierras nos entra la nostalgia y es que uno quisiera cargar con todo eso que dejó "al otro lado del muro", por cierto, ahora más alto que ayer.
Sin embargo, había que establecer los cimientos en esta para nosotros nueva nación y al igual que para la mayoría además de doloroso, es difícil. Recuerdo el primer año pasamos mis hijos y yo un invierno muy frío, las calles de negro asfalto, se cubrían de blanca e inmaculada nieve, lucían desoladas de no ser por el vapor que salía de las casas a causa de los sistemas de calefacción, pude pensar que me encontraba en un pueblo fantasma. Muchas noches lloré en silencio para que mis hijos no supieran que estaba ahogándome en la desolación… el entonces esposo y compañero de calvario, no pudo soportar el cambio y echó marcha atrás; una etapa del sueño de mi vida terminaba en divorcio.
Siempre supe que debía luchar por darles un mejor futuro a mis hijos, además Dios me ofreció la fortaleza cuando más débil me encontraba y fue gracias a EL que superé cuanta dificultad se me presentó. Cumplí con acreedores y clientes porque me considero una mujer tal y como mi padre me forjó, una mujer de palabra que hasta la fecha nunca ha faltado a ese principio. Mi residencia fue resuelta ágilmente y mi deseo era regresar a México, sí algo me detuvo, fue el hecho de volver fracasada y divorciada.
Ahora me encuentro establecida con este negocio "Plaza del Calzado" en la 408 W. Lewis, entre las calles 3 y 4, el inmueble lo adquirí sin tener un quinto en mi bolso, pero como ya lo dije antes, fue gracias a Dios y a la generosidad de acreedores que si confiaron. Mis hijos se han graduado de High School y mi hija que nunca quiso venir a los Estados Unidos; pero igual, se gradúa este año de Licenciada en Negocios Internacionales y Aduana. Estos logros considero son un triunfo en mi vida porque he luchado sola, he sido padre y madre a la vez y siempre he estado siguiendo los pasos de cada uno de ellos.
He disfrutado mis triunfos y he saboreado mis fracasos e invito a todos aquellos que recién se encuentran luchando por superarse que jamás desmayen; no vayan a ser como mis hermanos que vinieron de mojados y a los tres meses regresaron porque les afectó "la enfermedad del norte". Si desean un poquito de México, les invito a que visiten La Plaza del Calzado en la 408 W. Lewis; les aseguro que saldrán auténticos charros, ¡Como México no hay dos…, Si señor!
- Foto por Francisco Alvarez/La Voz
En primer plano puede observarse elegantes botas de cocodrilo, de avestrúz, de anguila y muchos otros cueros. Al fondo, clientes que están siendo atendidos por doña Marta Gallo, originaria de San Juan de Los Lagos,