Los Calores de Mayo

Dos sucesos aparentemente inconexos ocurridos alrededor de los primeros 100 días del nuevo gobierno, arrojan luz sobre lo que aguarda en el horizonte político del país para los próximos cuatro años: las negociaciones del presupuesto suplementario del año fiscal 2017 y las movilizaciones del Primero de Mayo.
Conscientes de las divisiones ideológicas al interior del Partido Republicano, los demócratas capitalizaron su posición como minoría, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, para prácticamente imponer su voluntad de negarle al presidente los fondos para el muro fronterizo y para la llamada fuerza de deportación.
Aunque la iniciativa de gasto incluye 1,500 millones de dólares en seguridad fronteriza, afuera quedaron los recursos para esas dos de las más importantes promesas electorales del presidente, aunque la Casa Blanca mantiene la meta de buscar los fondos en el presupuesto regular del año fiscal 2018 que inicia el primero de octubre.
Los demócratas lograron además minimizar los recortes a la Agencia de Protección Ambiental (EPA), obtuvieron recursos para apoyar el programa de Medicaid en Puerto Rico y lograron la extensión de la cobertura médica para los trabajadores mineros, entre otros. El precedente es relevante porque la misma fórmula usada por los demócratas en las negociaciones presupuestales, podría repetirse en las próximas etapas de otra dos de las promesas del presidente, el desmantelamiento de Obamacare y la reforma fiscal. A rio revuelto, ganancia de pescadores, dice el dicho.
El segundo dato significativo fueron las movilizaciones del Primero de Mayo, las cuales mostraron una singular alianza no sólo entre trabajadores y migrantes, sino una confluencia multirracial en demanda de mejores condiciones de vida, un trato justo y fin a la persecución de familias migrantes trabajadoras que no han cometido crímenes.
Desde Los Ángeles a Nueva York, pasando por ciudades como Houston, Chicago, Richmond y el Distrito de Columbia, miles de personas pidieron apasionadamente al Congreso y a la Casa Blanca buscar una reforma migratoria integral que reconozca las contribuciones de los migrantes y les permita una vida libre del temor a la deportación.
Fue particularmente notable ser testigo, en el corazón de la plaza de la Libertad en Washington, de los llamados de un grupo de jóvenes afroamericanos a la alcaldesa Muriel Bowser, para declarar a la capital del país con un santuario para inmigrantes.
La comunidad afro americana y la latina no siempre han estado hombro con hombro en sus respectivas luchas.
Al final de la jornada del primero de mayo, el liderazgo demócrata de la Cámara de Representantes y del Senado se solidarizaron con los trabajadores y migrantes.
No hubo celebraciones de victoria, pero sí un reconocimiento de que existe una hoja de ruta clara para el curso de acción en los próximos años.
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José López Zamorano

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