CIUDAD DE MÉXICO –Otto Trejo Santos cumple su décima visita consecutiva a la Basílica de Guadalupe. Cada año se viene caminando desde Tulancingo Hidalgo hasta la capital mexicana para agradecer a La Guadalupana el milagro que le salvó la vida.
“El milagro se dio por ella, ella fue el milagro, mi intercesora y por eso estoy tan agradecido hasta que Diosito me dé los años que pueda vivir”, dice a Univision.com.
Como él, cada 12 de diciembre millones de peregrinos de diversas partes del mundo viajan hasta el corazón de México para celebrar a la Virgen de Guadalupe en su día.
Para Otto esta fecha tiene un significado muy especial. “Estuve 20 días en estado de coma por un golpe que recibí en el cerebro. Durante esos 20 días me operaron de la cabeza. Cuando desperté estaba inmóvil y un 12 de diciembre le pedí a la virgencita, con la fe de mi corazón, que me ayudara y que intercediera ante su santo hijo y ante el padre”, recordó Otto.
El milagro que vivió Otto superó todos los pronósticos médicos, que le daban más de un año para que se pudiera recuperar. “Después de haberle pedido a la virgencita que me ayudara, en mes y medio yo andaba caminando. Yo le prometí a la virgencita 10 años de venir caminando, hoy cumplo mi décimo año de promesa pero de aquí hasta que Diosito y la virgen me ayuden, seguiré viniendo”, expresa Otto con fe y agradecimiento. Con la voz entrecortada, Otto, quien quedó con un problema en el pie por lo que no puede caminar bien, comenta que no importan los esfuerzos que tenga que hacer para ver a la Virgen de Guadalupe, porque a pesar del cansancio, se va con el corazón “bien lleno de alegría de haber estado ante los pies de la Santa Madre de Jesús”.
Alrededor de 20 millones de personas visitan este santuario anualmente. El fervor religioso es el que los mueve a agradecer a la Virgen y pedirle que no los olvide.
“Es impresionante cada año como aumenta el número de peregrinos, como vienen las familias, los nietos, los papás, como vienen de generación en generación, pues la tradición se está haciendo más grande”, explica el sacerdote Roberto Paz.