“Mi bebé se chupa el dedo”
Pero cuidado mamá. A desacelerar un poquito. El acto reflejo de chuparse el dedo es ante todo una reacción biológica, explican los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en su manual pediátrico. A las 13 semanas de haber sido concebido, el feto ya puede chuparse el dedo, algo que registran muchos sonogramas.
Sin embargo, al año de vida, cuando desaparece la succión como reflejo, chuparse el dedo quiere decir otras cosas: inseguridad, reacción frente al miedo o inadaptación al medio ambiente. "Mi bebé rechazó el chupete a los tres meses. Cuando intentaba ponérselo le daba arcadas. Y empezó a chuparse no el pulgar... sino toda la mano", cuenta todavía con angustia Malena, mamá de Matías, ahora de cuatro años.
En su país de origen, Uruguay, "a los niños le ponen alguna sustancia amarga en el dedo para evitar que se lo chupen, muchas veces sin suerte. No hice eso porque no sabía si estaba bien pero era molesto verlo, parecía un adicto a su dedos, fue muy extraño", recuerda Malena.
¿Qué hacer? La Asociación Americana de Pediatría, en su informe 'Pulgares, dedos y chupetes' recomienda, en primer lugar ignorar la situación. "A menudo, los niños dejarán por sí solos el hábito, antes de ir a la escuela. Enojarse y retar o castigar hará que el pequeño se enoje y persista en su hábito", explica en uno de sus párrafos.
Hasta el año, chuparse el dedo está dentro de los patrones normales de conducta. Luego del año, es bueno comenzar a identificar el momento en el que tu hijo se chupa el dedo: si lo hace cuando tiene hambre, miedo, sueño o cuando está aburrido. Hacia los cuatro años sin embargo, si piensas que es momento de actuar, algunas medidas efectivas son:
- Aplica la 'terapia de la recompensa', ofrécele durante el día algo a cambio de que deje de chuparse el dedo.
- Si se chupa el pulgar cuando está inactivo, puedes darle algún juguete, algo para que tenga sus manos ocupadas.
- Si observas que su paladar se está afectando, es hora de que intervenga un especialista. Consulta con un odontólogo infantil porque pueden ocurrir alteraciones en el desarrollo dentario. Cualquiera sea el método que elijas siempre debes explicarle a tu hijo por qué no quieres que se succione su dedo.
Eso ayudará a que no se sienta temeroso, ofendido o humillado por la situación. Recuerda que pasados los 3 años ya no es un acto reflejo sino un hábito que debe superar con tu ayuda.
Si todo se desarrolla normalmente, tu pequeño irá transformando la costumbre en un acto más privado, tal vez para relajarse o dormirse y ya no lo hará en público, especialmente por la mirada censurada de los demás niños en la escuela.