Niña Huérfana se Reúne con sus Abuelos

Padres Desaparecieron Tras Deportación


LOS ANGELES - Dulce María Cabrera, una niña de cuatro años cuya madre fue deportada y hasta el momento se encuentra desaparecida, comparte ahora su pena con sus abuelos maternos que han viajado a Estados Unidos con la ayuda de una organización pro inmigrante. La niña, símbolo de la campaña "Adóptame" - que busca que los ciudadanos americanos adopten simbólicamente a indocumentados que cumplan unos requisitos básicos-, ha tenido la felicidad de compartir unos días con los padres de su madre desaparecida después de haber sido deportada a El Salvador.

"Vinimos para conocer a nuestra nieta y a pedir la ayuda para poder encontrar a nuestra hija", dijo Bernardo Roda, abuelo de la niña, quien vino desde Puerto Libertad, Playa Majagual, en El Salvador.

"Le doy gracias a Dios porque he tenido este momento de alegría, por haber podido venir a Los Ángeles y estar con mi nieta", señaló Roda, de 76 años. "Sin embargo, me siento triste y desconsolado por el gran dolor de no poder tener a mi hija conmigo y no saber dónde se encuentra", agregó.

Según Oswaldo Cabrera, director ejecutivo de la Coalición Latinoamericana Internacional y quien tiene la custodia legal de la niña en el país, traer a los abuelos de Dulce María no fue una tarea fácil.

"Tuvimos que hacer todos los papeles de inmigración y cumplir todos los requisitos para obtener la visa y con los compromisos de respaldo económico que se exigen en estos casos", dijo Cabrera.

"No obstante, valió la pena el esfuerzo pues los abuelos recibieron una visa de turismo válida durante 10 años que les permite estar hasta seis meses en cada visita en los Estados Unidos", explicó el dirigente de la Coalición que promueve la campaña Adóptame.


"Quiero a mi mamá"


Dulce María, aunque feliz por compartir con sus "abuelitos", no puede olvidar la ausencia de su madre.

"Quiero a mi mamá", dijo la niña. "La quiero para Navidad". Para los abuelos de la niña, el viaje no ha sido fácil por su avanzada edad y sus problemas de salud. "El abuelo prácticamente no ve y la abuela -que tiene 78 años- sufre de dolores en la espalda y otras complicaciones propias de su edad", explicó Cabrera. "No obstante, hicieron el esfuerzo de venir no sólo para conocer y acompañar a Dulce María, sino para pedir al gobierno que cesen las deportaciones que están dejando huérfanos a miles de niños en el país".

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