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Ping-Pong Migratorio
Escrito el 20 May 2011
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El presidente Barack Obama lleva cuatro semanas seguidas hablando de migración. Está usando su capital político tras la captura de Osama bin Laden para buscar la legalización de indocumentados y su reelección en el 2012.
Las dos cosas están ligadas. Nadie puede llegar a la Casa Blanca sin el voto de los latinos. Ni Obama, ni nadie. Esta es la nueva regla de la política en Estados Unidos. Y si bien es cierto que el tema migratorio no es el más importante para los latinos (según las encuestas, primero están educación, trabajos y salud) el apoyo a los inmigrantes es fundamental para ganar votos hispanos.
Es cierto que Obama, como todos los presidentes demócratas que le han precedido, puede ganar fácilmente el voto hispano en el 2012. Pero no se debe dar por un hecho. ¿Podría 2012 ser el año en que los republicanos obtengan suficientes votos hispanos para impedir que se reelija un demócrata? Es totalmente posible -- por eso los dos partidos políticos nos están tratando de enamorar.
Otra vez.
En lo relativo a la inmigración, Obama ha tratado de colaborar con los republicanos. Durante los dos primeros años de su presidencia, aumentó el número de agentes de inmigración a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México hasta llegar a unos 20,000 y deportó aproximadamente 800,000 residentes indocumentados -- más que cualquier otro presidente. Sin embargo, como dijo en un discurso en El Paso, el 10 de mayo, todavía no ha logrado que los republicanos apoyen un acuerdo sobre la reforma. "Todo lo que han pedido, lo he hecho", dijo Obama. "Nunca estarán satisfechos".
Obama tiene razón al culpar a los republicanos por obstaculizar los esfuerzos para reformar el sistema de inmigración de la nación. No hay suficientes votos republicanos en el Congreso para proporcionar la ciudadanía a los inmigrantes indocumentados. La iniciativa de ley nunca sería aprobada en el Congreso.
Los republicanos, por su parte, culpan al Presidente Obama por no haber cumplido su promesa de campaña de presentar una propuesta de reforma inmigratoria durante su primer año de administración. Señalan que cuando los demócratas controlaban ambas cámaras del Congreso, después de las elecciones de 2008, no pusieron a votación una iniciativa de reforma inmigratoria y prefirieron, en cambio, enfocarse en una reforma de salud.
Los republicanos también acusan al presidente y a su partido de utilizar el tema inmigratorio con fines políticos. Su argumento: ¿Para qué presionar tanto ahora por la reforma inmigratoria? ¿Por qué insistir en que la Ley de Desarrollo, Ayuda y Educación de Menores Extranjeros (el Dream Act, que sería un paso a la ciudadanía para las personas que llegaron a Estados Unidos ilegalmente cuando eran menores de edad) sea aprobada ahora, cuando todos saben que no hay los votos necesarios para su aprobación?
Los hispanos y los inmigrantes estamos en medio del ping-pong político entre Demócratas y Republicanos. Los partidos se acusan mutuamente por la falta de acción en la cuestión migratoria. Y mientras, millones viven en la oscuridad, con miedo a ser perseguidos y deportados en el que se supone es el país modelo de la libertad y justicia.
Cada vez que hablo sobre el tema migratorio en mi cuenta de Twitter (jorgeramosnews) recibo montones de comentarios de hispanos y de inmigrantes en que me piden "que no nos usen más los políticos" y "que dejen de jugar con nosotros". Y es cierto. Los latinos están cansados y frustrados de que los políticos de ambos partidos les coqueteen con el tema migratorio para luego no hacer nada. Se habla mucho pero se hace muy poco. Está claro que no habrá una reforma migratoria en los próximos dos años. El Dream Act, que se ha vuelto introducir en el Senado, no cuenta por ahora con los 60 votos necesarios para sobrevivir.
Quizá, como me dijo el congresista demócrato Luis Gutierrez en una entrevista reciente, "el tiempo de legislar se acabó". Gutierrez ha pedido al Presidente Obama que utilice su autoridad presidencial para detener las deportaciones que separan a familias. El Mayorkas Memorandum -- un documento interno de la Oficina Servicios de Ciudadanía e Inmigración que fue filtrado a la prensa el año pasado -- presentó a Obama varias opciones para realizar deportaciones sin separar a familias. Hasta el momento, sin embargo, se ha negado a adoptar alguna de las sugerencias. El insiste en que está deportando a más criminales, sin embargo la mayoría de los deportados no tienen recordes criminales.
Es inevitable sospechar que casi todo es teatro. Por eso entiendo el enojo de tantos inmigrantes y de tantos votantes que se sienten usados por ambos partidos. Al final, los números se van a imponer. Tarde o temprano habrá una reforma migratoria porque eso es lo que quieren los votantes hispanos. Más de 12 millones de latinos podrían decidir la elección presidencial del próximo año. Y la que sigue. Y la que sigue.
La realidad es que no va a haber pronto una reforma migratoria y que las esperanzadoras promesas de los políticos son como globos en el cielo: siempre se desinflan y caen a tierra.
Las dos cosas están ligadas. Nadie puede llegar a la Casa Blanca sin el voto de los latinos. Ni Obama, ni nadie. Esta es la nueva regla de la política en Estados Unidos. Y si bien es cierto que el tema migratorio no es el más importante para los latinos (según las encuestas, primero están educación, trabajos y salud) el apoyo a los inmigrantes es fundamental para ganar votos hispanos.
Es cierto que Obama, como todos los presidentes demócratas que le han precedido, puede ganar fácilmente el voto hispano en el 2012. Pero no se debe dar por un hecho. ¿Podría 2012 ser el año en que los republicanos obtengan suficientes votos hispanos para impedir que se reelija un demócrata? Es totalmente posible -- por eso los dos partidos políticos nos están tratando de enamorar.
Otra vez.
En lo relativo a la inmigración, Obama ha tratado de colaborar con los republicanos. Durante los dos primeros años de su presidencia, aumentó el número de agentes de inmigración a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México hasta llegar a unos 20,000 y deportó aproximadamente 800,000 residentes indocumentados -- más que cualquier otro presidente. Sin embargo, como dijo en un discurso en El Paso, el 10 de mayo, todavía no ha logrado que los republicanos apoyen un acuerdo sobre la reforma. "Todo lo que han pedido, lo he hecho", dijo Obama. "Nunca estarán satisfechos".
Obama tiene razón al culpar a los republicanos por obstaculizar los esfuerzos para reformar el sistema de inmigración de la nación. No hay suficientes votos republicanos en el Congreso para proporcionar la ciudadanía a los inmigrantes indocumentados. La iniciativa de ley nunca sería aprobada en el Congreso.
Los republicanos, por su parte, culpan al Presidente Obama por no haber cumplido su promesa de campaña de presentar una propuesta de reforma inmigratoria durante su primer año de administración. Señalan que cuando los demócratas controlaban ambas cámaras del Congreso, después de las elecciones de 2008, no pusieron a votación una iniciativa de reforma inmigratoria y prefirieron, en cambio, enfocarse en una reforma de salud.
Los republicanos también acusan al presidente y a su partido de utilizar el tema inmigratorio con fines políticos. Su argumento: ¿Para qué presionar tanto ahora por la reforma inmigratoria? ¿Por qué insistir en que la Ley de Desarrollo, Ayuda y Educación de Menores Extranjeros (el Dream Act, que sería un paso a la ciudadanía para las personas que llegaron a Estados Unidos ilegalmente cuando eran menores de edad) sea aprobada ahora, cuando todos saben que no hay los votos necesarios para su aprobación?
Los hispanos y los inmigrantes estamos en medio del ping-pong político entre Demócratas y Republicanos. Los partidos se acusan mutuamente por la falta de acción en la cuestión migratoria. Y mientras, millones viven en la oscuridad, con miedo a ser perseguidos y deportados en el que se supone es el país modelo de la libertad y justicia.
Cada vez que hablo sobre el tema migratorio en mi cuenta de Twitter (jorgeramosnews) recibo montones de comentarios de hispanos y de inmigrantes en que me piden "que no nos usen más los políticos" y "que dejen de jugar con nosotros". Y es cierto. Los latinos están cansados y frustrados de que los políticos de ambos partidos les coqueteen con el tema migratorio para luego no hacer nada. Se habla mucho pero se hace muy poco. Está claro que no habrá una reforma migratoria en los próximos dos años. El Dream Act, que se ha vuelto introducir en el Senado, no cuenta por ahora con los 60 votos necesarios para sobrevivir.
Quizá, como me dijo el congresista demócrato Luis Gutierrez en una entrevista reciente, "el tiempo de legislar se acabó". Gutierrez ha pedido al Presidente Obama que utilice su autoridad presidencial para detener las deportaciones que separan a familias. El Mayorkas Memorandum -- un documento interno de la Oficina Servicios de Ciudadanía e Inmigración que fue filtrado a la prensa el año pasado -- presentó a Obama varias opciones para realizar deportaciones sin separar a familias. Hasta el momento, sin embargo, se ha negado a adoptar alguna de las sugerencias. El insiste en que está deportando a más criminales, sin embargo la mayoría de los deportados no tienen recordes criminales.
Es inevitable sospechar que casi todo es teatro. Por eso entiendo el enojo de tantos inmigrantes y de tantos votantes que se sienten usados por ambos partidos. Al final, los números se van a imponer. Tarde o temprano habrá una reforma migratoria porque eso es lo que quieren los votantes hispanos. Más de 12 millones de latinos podrían decidir la elección presidencial del próximo año. Y la que sigue. Y la que sigue.
La realidad es que no va a haber pronto una reforma migratoria y que las esperanzadoras promesas de los políticos son como globos en el cielo: siempre se desinflan y caen a tierra.