Procuran Evitar Muertes de Indocumentados en Canal Fronterizo

CALEXICO, CA - Un canal estrecho y de aspecto inocente, pero por el que circulan aguas rápidas, es una trampa mortal para indocumentados que tratan de ingresar ilegalmente a Estados Unidos.
Y plantea dilemas morales a los organismos que combaten a los indocumentados: ¿es legítimo no hacer nada, a sabiendas de que muchas personas mueren al intentar cruzar el canal? Al mismo tiempo, ¿se incentiva el uso del canal para ingresar sin papeles al país si se toman medidas para hacerlo más seguro? La agencia que administra el canal ponderó todas esas preguntas antes de decidir instalar boyas que podrían ayudar a salvar vidas. Luego de negarse a hacer nada durante un tiempo, el Imperial Irrigation District cambió de parecer en agosto y comenzó a instalar 105 líneas de boyas a lo largo del canal de 132 kilómetros (82 millas), a un costo de 1,1 millones de dólares. También se están instalando 1.414 carteles bilingües que dicen, "Alerta: Aguas Peligrosas". El tema cobró prominencia cuando el programa televisivo "60 Minutos" planteó que la agencia se había mostrado indiferente ante los peligros que representaba el canal.
El canal es extremadamente peligroso para quienes tratan de cruzarlo a nado. Sus corrientes superan los 40 kilómetros (25 millas) por hora y son letales para quienes no saben nadar. Los cuerpos son arrastrados y con frecuencia los indocumentados mueren en el intento de cruzarlo. Pasan días antes de que se hallen los cadáveres hinchados por gases tras permanecer varios días bajo el agua.
Más de 500 personas han muerto ahogadas en el All-American Canal desde que fue construido en 1942 para irrigar las granjas del Imperial Valley de California con aguas del río Colorado. En el 2009 hubo 12 muertes. El peor año fue 1998, en que fallecieron 31 personas luego de que los indocumentados comenzasen a buscar nuevas rutas más alejadas de San Diego, donde se habían incrementado las medidas de seguridad.
Charles Lucas, del servicio forense del Imperial County, dice que los cadáveres quedan en estado "muy feo", tan descompuestos que no pueden ser reconocidos. Los indocumentados que no son pedidos por sus familiares son enterrados en Holtville, en cuyo cementerio hay unas 400 tumbas que dicen "John Doe", equivalente a "sin identificar".
Indocumentados entrevistados en un refugio del otro lado de la frontera, en Mexicali, dijeron que las boyas no incidirán en la decisión de la gente de cruzar o no el canal.
Juan Avalos cruzó el canal a nado en el 2001 y en el 2004, y planeaba hacerlo de nuevo en las próximas semanas con unos amigos. Emplearán una escalera o una soga para trepar un cerco fronterizo antes de zambullirse en el canal.
El canal se encuentra en su totalidad del lado estadounidense de la frontera, pero hay sitios en los que pasa a escasos 50 metros del
canal fronterizo cerco fronterizo.
"Quienes sepan nadar, no tendrán problemas", dijo Avalos, de 40 años. "Quienes no naden, pueden tener problemas. Para mí, es fácil cruzar".
La última vez, Avalos cruzó a nado, llevando ropa seca en una mano. Luego de cruzar, caminó más de un día, hasta que se montó en un tren de carga que lo llevó a Fresno, donde se encontró con un amigo que lo esperaba.
Benito Ramírez cruzó el canal en el 2005, en que él y otros cinco indocumentados se aferraron a un neumático con una mano y remaron con la otra, mientras la corriente los arrastraba unos 30 metros. Dice que en una ocasión vio a un agente de la Patrulla de Fronteras que salvó a una mujer que se estaba ahogando.
"Venimos en busca del sueño americano", declaró Ramírez, quien tienen 26 años. "Dejamos a nuestras familias, nuestras comunidades. El objetivo es trabajar en Estados Unidos".
La próxima vez que Ramírez cruce la frontera lo hará por tierra, porque su hermano no se anima a cruzar a nado el traicionero canal. Dicen que el cruce vale la pena, sin importar cómo lo hagan. Sus familiares les dicen que encontrarán trabajo en plantas empacadora de Nebraska y que las casas y comercios de Pensilvania necesitan jardineros.
La agencia comenzó a instalar en septiembre líneas de boyas cada media milla (800 metros) a lo largo del tramo de 37 kilómetros (23 millas) en que el canal tiene paredes de cemento. Cada línea tiene 30 bolas anaranjadas. En el resto del canal habrá líneas de boyas cada milla (1.600 metros). Los tramos con cemento son más peligrosos porque las corrientes son más rápidas y es más difícil trepar el muro.
La decisión de instalar las boyas fue tomada luego de que una integrante de la junta directiva del distrito, Stella Mendoza, fuese duramente criticada tras el reportaje de "60 Minutos". Se le atribuyó haber dicho que probablemente muera más gente si no se hacía nada en un canal que algunos describen como "la masa de agua más peligrosa de los Estados Unidos".
"Sería erróneo decir que la cobertura no contribuyó a que se tomase esa decisión", manifestó el portavoz de la agencia Kevin Kelley.
La San Diego County Water Authority, que recibe agua del canal, se resiste a colaborar en el pago de las boyas. "Es difícil encontrar el equilibrio justo, y mejorar la seguridad sin hacer que resulte más tentador zambullirse en el canal" para cruzar ilegalmente, comentó Dennis Cushman, subgerente general de la agencia en el condado de San Diego.
María Contreras enterró a su hijo el año pasado. El joven falleció tratando de cruzar el canal a nado. Era un muchacho atlético, que estaba a punto de terminar la escuela secundaria y planeaba casarse.
"Le dije que no lo hiciese", recuerda entre lágrimas en su casa de Mexicali. "Es muy triste perder un hijo. No te repones. Todos esos sueños que no se hacen realidad".
El cadáver fue encontrado dos días después. Según el informe del forense, familiares del joven le dijeron a las autoridades que el muchacho ayudaba a ingresar indocumentados a Estados Unidos.
El cadáver estaba tan descompuesto que no pudo ser identificado por sus huellas dactilares. La madre lo identificó en base a algunos objetos recuperados por las autoridades, incluido un aro con una hoja de marihuana. La madre recibió el cadáver el día en que el joven cumplía 20 años.

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