Proliferan los secuestros en sur de EE.UU.
La policía pronto se da cuenta de que los familiares no cooperan demasiado. Pasado un tiempo, se entera de que los parientes de la mujer arreglaron su liberación por su propia cuenta. También descubre que la familia de la mujer se dedica al tráfico de marihuana. El caso ilustra cómo el negocio del secuestro de personas para cobrar rescate se está popularizando en Estados Unidos, con una característica particular: el blanco de estos secuestros son delincuentes y sus familiares, por quienes se piden rescates de más de $100 mil.
En la zona de Phoenix se está registrando un promedio de un secuestro por día y la policía sospecha que hay una relación entre los secuestros y la aparición en los últimos tiempos de numerosos cadáveres atados y acribillados.
Las víctimas de los secuestros son generalmente personas involucradas con el narcotráfico o con el tráfico de personas, quienes resultan un blanco atractivo ya que tienen mucho dinero, pueden reunir grandes sumas de efectivo en poco tiempo y difícilmente recurren a la policía por temor a que sus propios negocios turbios salgan a la luz."Nunca hemos tenido una víctima totalmente limpia", comentó el sargento Phil Roberts, quien investiga los secuestros. "Siempre hay algún tinte delictivo. O son delincuentes ellos mismos, o son parientes de uno".
En Phoenix se denunciaron más de 340 secuestros el año pasado y la policía dice que la cifra real debe ser mucho más alta ya que muchos casos no son reportados a las autoridades.
En la zona de San Diego también ha habido un aumento en los secuestros en el último año y se han denunciado hasta dos o tres en una semana. Algunas de las víctimas estaban vinculadas con el narcotráfico. Pero Phoenix parece ser el área donde hay más secuestros. Es además la principal base de operaciones de los traficantes de personas. Los secuestros son comunes del otro lado de la frontera, en México, donde empresarios y banqueros son un blanco codiciado. La policía de Phoenix cree que los secuestradores aquí no van detrás de comerciantes legítimos por temor a que sus familias acudan a la policía.