¿Somos buenos vecinos?

Los hispanos pueden ser solidarios y amistosos como vecinos, pero también pueden ser algo irrespetuosos


La madrugada que escuchó el canto de un gallo, un sonido completamente inusual en su vecindario del condado de Prince William, en Virginia, a media hora de Washington, DC, la uruguaya Virginia Paríz dijo “basta”.

Una semana antes, una gallina había “irrumpido” en el jardín de su casa, durante la fiesta de cumpleaños de su hijo de 7 años. “Fue embarazoso”, contó Paríz, “los invitados se espantaron y algunos niños se asustaron tanto que comenzaron a llorar, otros querían cazar al ave”. A pesar del desastre, en ese momento decidió no hacer nada.

Pero el cacareo matinal fue la gota, o la nota, que colmó el vaso. La mujer presentó una denuncia contra sus vecinos de la casa de al lado, hispanos también, quienes tenían en el jardín un corral con unas siete aves.

Los hispanos solemos estar orgullosos de nuestra vida social en el barrio. La solidaridad, la facilidad para hacer amistades, la disposición para compartir -desde una taza de azúcar hasta la vida completa del otro- son las virtudes que nos destacan.

Sin embargo, a veces, la confianza que logramos con nuestros vecinos exceden los límites de las medianeras y convierten la convivencia en algo insoportable. ¿Será cuestión de costumbres? ¿falta de consideración y respeto? ¿o simplemente mala educación?

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