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Son peligrosos los cruces en el desierto
De octubre del 2003 a septiembre del 2004, murieron 330 inmigrantes en la frontera entre México y Estados Unidos. Pero de octubre del 2004 a esta fecha, el número de muertos ya había llegado a 342, según cifras de la Patrulla Fronteriza.
Escrito el 04 Aug 2005
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MEXICO - Suena a absoluta locura el tratar de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos a través del desierto de Arizona en estos calurosos días cuando ahí se están registrando temperaturas de hasta 120° Fahrenheit (49° Centígrados). Pero miles de inmigrantes indocumentados lo están intentando. El resultado: Cifras récord de muertos en la frontera. Es el paso de la muerte. El paso de la muerte...
Es fácil dar sermones a la distancia y pedirle a los inmigrantes mexicanos y centroamericanos que no traten de cruzar por el desierto y las montañas de Arizona, Texas, Nuevo México y California hasta que bajen las temperaturas en el mes de septiembre.
Pero esta gente no puede esperar. Están desesperados, desempleados y desesperanzados. Y, al mismo tiempo, saben a través de familiares y amigos que aquí en Estados Unidos pueden ganar 10 veces más que en su país de origen
Podemos discutir todo lo que quieran y proponer un sinfín de reformas migratorias.
Sin embargo, la realidad es que miles están cruzando ilegalmente y cientos se están muriendo. De octubre del 2003 a septiembre del 2004, murieron 330 inmigrantes en la frontera entre México y Estados Unidos. Pero de octubre del 2004 a esta fecha, el número de muertos ya había llegado a 342, según cifras de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
El debate migratorio en el Congreso estadounidense -con los mexicanos, tristemente, viéndolo a la distancia, sin ningún tipo de influencia e injerencia- no ha podido detener una sola muerte en la frontera.
Solo en los primeros 15 días de julio murieron 77 personas, sobre todo en el estado de Arizona.
Pronto nos enteraremos de lo que ocurrió durante las últimas dos semanas. Pero el pronóstico es negro.
¿Qué se puede hacer para evitar tantas muertes? A corto plazo, muy poco...
Conozco personalmente el trabajo de varias organizaciones que se dedican a salvar a inmigrantes perdidos en el desierto. Grupos como Humane Borders en Arizona o Water Station en California, cuentan sus logros en vidas humanas al colocar tanques de agua en los lugares más calurosos y peligrosos.
Es una extraordinaria y generosa ayuda, pero aún insuficiente. La organización No Más Muertes ha acampado en la calurosísima zona de Arivaca en el desierto de Arizona para hacerle honor a su nombre.
"La mayoría de las personas, cuando las encuentran, están desorientadas, deshidratadas, no saben donde están", explicó hace poco en un reportaje televisivo Héctor Suárez, uno de los coordinadores.
Pero tampoco ellos han logrado todo el éxito que deseaban. Su veintena de voluntarios han salvado a cientos de inmigrantes perdidos en el desierto en junio y julio.
Sin embargo, el mapa donde registran a los indocumentados que encuentran muertos ya tiene 10 puntos rojos. Podemos estar en desacuerdo en mil cosas respecto a una reforma migratoria. Podemos no coincidir en la necesidad de una amnistía. Podemos diferir sobre la urgencia de un acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos.
Pero creo que todos podemos coincidir en esto: No hay ninguna razón por la que cientos de inmigrantes estén muriendo en la frontera todos los años.
Es fácil dar sermones a la distancia y pedirle a los inmigrantes mexicanos y centroamericanos que no traten de cruzar por el desierto y las montañas de Arizona, Texas, Nuevo México y California hasta que bajen las temperaturas en el mes de septiembre.
Pero esta gente no puede esperar. Están desesperados, desempleados y desesperanzados. Y, al mismo tiempo, saben a través de familiares y amigos que aquí en Estados Unidos pueden ganar 10 veces más que en su país de origen
Podemos discutir todo lo que quieran y proponer un sinfín de reformas migratorias.
Sin embargo, la realidad es que miles están cruzando ilegalmente y cientos se están muriendo. De octubre del 2003 a septiembre del 2004, murieron 330 inmigrantes en la frontera entre México y Estados Unidos. Pero de octubre del 2004 a esta fecha, el número de muertos ya había llegado a 342, según cifras de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
El debate migratorio en el Congreso estadounidense -con los mexicanos, tristemente, viéndolo a la distancia, sin ningún tipo de influencia e injerencia- no ha podido detener una sola muerte en la frontera.
Solo en los primeros 15 días de julio murieron 77 personas, sobre todo en el estado de Arizona.
Pronto nos enteraremos de lo que ocurrió durante las últimas dos semanas. Pero el pronóstico es negro.
¿Qué se puede hacer para evitar tantas muertes? A corto plazo, muy poco...
Conozco personalmente el trabajo de varias organizaciones que se dedican a salvar a inmigrantes perdidos en el desierto. Grupos como Humane Borders en Arizona o Water Station en California, cuentan sus logros en vidas humanas al colocar tanques de agua en los lugares más calurosos y peligrosos.
Es una extraordinaria y generosa ayuda, pero aún insuficiente. La organización No Más Muertes ha acampado en la calurosísima zona de Arivaca en el desierto de Arizona para hacerle honor a su nombre.
"La mayoría de las personas, cuando las encuentran, están desorientadas, deshidratadas, no saben donde están", explicó hace poco en un reportaje televisivo Héctor Suárez, uno de los coordinadores.
Pero tampoco ellos han logrado todo el éxito que deseaban. Su veintena de voluntarios han salvado a cientos de inmigrantes perdidos en el desierto en junio y julio.
Sin embargo, el mapa donde registran a los indocumentados que encuentran muertos ya tiene 10 puntos rojos. Podemos estar en desacuerdo en mil cosas respecto a una reforma migratoria. Podemos no coincidir en la necesidad de una amnistía. Podemos diferir sobre la urgencia de un acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos.
Pero creo que todos podemos coincidir en esto: No hay ninguna razón por la que cientos de inmigrantes estén muriendo en la frontera todos los años.