UN FUTURO SIN TRUMP

Si de algo sirvió el allanamiento del FBI a la casa de Donald Trump en Mar-a-Lago en la Florida fue para confirmar lo que muchos temían: que pronto quiere anunciar su segunda candidatura a la Casa Blanca.

“Es un ataque de la izquierda radical del partido Demócrata que no quiere que me lance a la presidencia en el 2024”, dijo Trump en un comunicado, poco después que decenas de agentes entraran a su residencia. Nunca antes le había ocurrido algo así a un expresidente estadounidense. Pero es que nunca antes hubo alguien como Donald Trump.


La investigación tiene que ver con documentos que Trump se llevó a su casa luego de la presidencia. Ese material, según las leyes, es parte del Archivo Nacional no propiedad personal de Trump. Anteriormente ya le habían quitado 15 cajas con otros documentos. ​Todavía es muy pronto para saber si Trump cometió algún crimen.

Y aún si lo hubiera cometido, no está muy claro si eso le impediría lanzarse, una vez más, como candidato presidencial. Lo que sí sabemos es que Trump ha dividido al país y es un peligro para la democracia.

​La mayoría de los Republicanos, según varias encuestas, se cree la “gran mentira” de que Trump ganó las pasadas elecciones presidenciales. Los tres jueces conservadores que él nominó para la Corte Suprema ayudaron a terminar con el derecho al aborto en todo el país.

Pocos presidentes han sido tan antiinmigrantes como Trump, cuyo gobierno separó a miles de niños de sus padres. (Aún hay 185 niños que no han podido encontrar a sus padres, según una profunda investigación de la revista The Atlantic.) Y a pesar de las múltiples masacres ocurridas durante su presidencia, Trump siempre se negó a limitar el uso de armas de fuego.

Resumiendo: en los temas centrales de la vida estadounidense -desde elecciones y aborto hasta migración y criminalidad- Trump siempre fue un factor de división. Y lo sigue siendo.
¿Cómo llegamos hasta este punto? ¿En qué momento el país más poderoso del mundo perdió el rumbo al grado de poner en riesgo su democracia?

​La respuesta más rápida y simplona sería decir: desde que Donald Trump se lanzó a la presidencia de Estados Unidos en el 2015. Pero aquí vivimos más de 330 millones de personas y también es nuestra culpa haber permitido que el político más fantasioso y egocéntrico de nuestra era acumulara tanto poder.

​Los sistemas autoritarios y las dictaduras surgen, no solo por la ambición de poder de un solo hombre o de un grupo, sino por la indiferencia y la falta de resistencia del resto de la población ante sus planes. Cuando Trump lanzó su primera candidatura presidencial en junio del 2015, muchos sonamos la voz de alarma. Su discurso era abiertamente racista -le llamó “criminales” y “violadores” a los inmigrantes mexicanos-, sus ataques a los periodistas eran constantes -a mí me expulsó de una conferencia de prensa con su guardaespaldas- y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de llegar a la Casa Blanca.

​Pero no nos hicieron caso. Millones se tragaron el cuento. Efectivamente, llegó a la presidencia a través de los votos. Y cuatro años más tarde, cuando perdió la elección del 2020, ya no se quería ir e incitó una insurrección para quedarse ilegalmente en la Casa Blanca.
Fracasó. Fue un loser. Pero Estados Unidos nunca estuvo más cerca de perder su democracia.

Trump puso en peligro el maravilloso experimento comenzado en 1776. Trump dice que el allanamiento a su casa de Mar-a-Lago es “un ataque que solo podría ocurrir en un país del tercer mundo”. Lo que no se da cuenta es que lo verdaderamente vergonzoso y retrógrado es insistir en que ganó una elección que perdió y luego promover un movimiento violento para tratar de quedarse en la Casa Blanca. Es no lo hace un demócrata.

No exagero al decir que actualmente en Estados Unidos hay un extendido sentimiento de desesperanza. Los votantes no están contentos con la división en el país ni con las opciones políticas que tienen. Muchos no quieren a Trump pero tampoco al presidente Joe Biden.

Dos de cada tres Demócratas preferirían como candidato presidencial en el 2024 a una persona distinta a Biden, según una encuesta de The New York Times. Pero en esa misma encuesta Biden, hipotéticamente, le ganaría otra vez a Trump.

En el 2024 Biden tendría 81 años y Trump 78. ¿Dónde está la nueva generación de líderes estadounidenses? En otros países, como México y Colombia, cuando el electorado ha querido salir de décadas de partidos políticos tradicionales, los votos se fueron a la izquierda (con Andrés Manuel López Obrador y Gustavo Petro). Pero en Estados Unidos la posible salida es hacia abajo, con candidatos más jóvenes dentro de los mismos partidos.
Estados Unidos, el moderno -el país de Google, Apple, Hollywood, Netflix, Tesla, Instagram, Twitter, Amazon…- está atorado entre dos opciones poco deseables.

Y, sin embargo….
Es, quizás, mi alma de inmigrante pero creo que, al final de cuentas, Estados Unidos hará lo correcto y salvará su democracia. Este es un extraordinario experimento del que millones nos hemos beneficiado por más de dos siglos.
Y hoy está amenazado.

El ego de Trump es como un hoyo negro: lo chupa todo. Pero no podrá contra millones dispuestos a hacer lo correcto. Esa es la apuesta: un futuro sin Trump.
Jorge Ramos

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