Un Monopolio Hecho para Cubrir todo Delito

Los tentáculos de La Familia se extienden hasta actividades como contrabando, la tala clandestina de bosques, secuestro y extorsión

MORELIA, México. - Los vendedores de películas y videojuegos "pirata" del mercado San Juan, en el corazón de esta ciudad ubicada a unos 350 kilómetros del Distrito Federal, miran de reojo, se encogen de hombros y finalmente cuentan que sus productos provienen de pactos con narcotraficantes de La Familia.

"No nos queda de otra", dice Javier Solano, de 34 años de edad y una década de experiencia en la venta de material apócrifo en la capital del estado de Michoacán, de los más afectados por el crimen organizado: entre enero y mediados de abril de este año la prensa local contabilizó 95 ejecuciones.

Solano cuenta que la llegada de los carteles de la droga al negocio de la piratería se inició hace más de seis años, cuando los vendedores de Morelia se peleaban un sitio en las calles del Centro Histórico.

Los Zetas, brazo armado del cartel del Golfo, se ofrecieron entonces a defender las banquetas a cambio de cuotas.

"Algunos comenzamos a pagar para quitarnos de encima a algunos líderes de ambulantes, que no respetaban los acuerdos sobre los espacios", comenta. "Un tiempito después empezaron a traer sus propios materiales al mayoreo y nos presionaban para que se los compráramos". En 2006, rebeldes contrarios a la organización de Los Zetas, se separaron y formaron su propia organización a la que denominaron "La Familia", supuestamente para rescatar a Michoacán de las garras del crimen, aunque poco a poco demostraron lo contrario. En lo que atañe a los vendedores de piratería, los recién llegados radicalizaron la estrategia de sus rivales del cartel del Golfo.

Impusieron un sello que era sobrepuesto a la caja plástica de los DVD con la letras F o M para que los distribuidores callejeros sólo vendieran su "marca" o que se expusieran las consecuencias.

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