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Casa Chapala No Cierra; Propietario Culpa al Periódico T.C.Herald de Pérdidas por $100,000
"Yo no quiero poner en peligro su negocio, pero tampoco quiero que ellos hagan peligrar el mío," dice Barragán. "Es mi familia y 20 años de tradición y trabajo arduo, y ellos lo arruinaron en un fin de semana." - Lupe Barragán
Escrito el 23 Jan 2006
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KENNEWICK,WA. - Por información inexacta publicada en el Tri-City Herald, aseverando que los restaurantes Casa Chapala estaban a punto de cerrar sus puertas, la cadena perdió más de $100,000 en ingresos, dice el dueño Lupe Barragán.
Contrariamente a lo que informó el Herald el 31 de diciembre, los populares restaurantes de Kennewick no han cerrado ni cerrarán. Pero desde la nota que apareciera en el Herald, los estacionamientos y las mesas del restaurante han estado virtualmente vacíos. Lo que debió haber sido uno de los fines de semana más ocupados del año, fue un completo desastre. Y los clientes se han estado retirando desde entonces.
La semana pasada, Barragán estimó que ha perdido $100,000 en sus dos restaurantes de Kennewick y en servicio de banquetes, y esa cifra sigue incrementándose.
"Yo no quiero poner en peligro su negocio, pero tampoco quiero que ellos hagan peligrar el mío," dice Barragán. "Es mi familia y 20 años de tradición y trabajo arduo, y ellos lo arruinaron en un fin de semana."
La fuente del artículo publicado por el Herald fue una ex empleada, Patty Devereaux, quien no trabajó en los restaurantes más de dos años, y Barragán dice que aseguró al reportero del Herald que la información era inexacta y que le daría todos los detalles tan pronto como él y su abogado tuvieran la oportunidad de reunirse con el Departamento de Ingresos estatal el 3 de enero, al que, acepta Barragán, debe $40,000 de impuestos.
"Le pregunté al reportero '¿Por qué escribió esa historia tan terrible? El negocio no estaba cerrado; nunca se ha cerrado,'" narra Barragán. "El dijo, 'Bueno, usted le dijo a Patty …' Y yo refuté, 'No dije nada a Patty. Usted llamó para verificar la historia, y yo le pedí que esperara, ofreciéndole aclarar el asunto el martes.'
El Tri-City Herald estaba más interesado en publicar la noticia que en tener una versión exacta de los hechos. Es la razón por la que estoy enojado con el Tri-City Herald," dice el dueño del restaurante.
"Le pedí al reportero que escribiera una nueva historia, y el contestó, 'No creo que nuestro editor nos permita hacer eso.' Pero el editor sí le permitió publicar algo que no era cierto; que íbamos a cerrar."
Efectivamente Barragán y su abogado se reunieron con el Departamento de Ingresos el 3 de enero, y Barragán prometió que, aun estando atrasado con el pago de impuestos,sus restaurantes seguirían operando. Negociaciones similares se están haciendo con el Internal Revenue Service federal. Barragán dice que nunca le dijo a su ex empleada Devereaux, a sus empleados actuales o a persona alguna que cerraría su restaurante.
El admite haber comentado con sus empleados que un comprador potencial se había echado para atrás y que por esa razón tendría que reducir horas de trabajo y recortar los gastos de otras maneras.
Lo que ahora Barragán trata de hacer es ayudar a uno de sus empleados a conseguir el financiamiento necesario para que se encargue de los restaurantes y así mantener la calidad de la comida y del servicio sin fallas.
"Queremos venderle a uno de los empleados con más antigüedad para que la transición sea lo menos problemática posible. Que no haya cambios en el servicio," dice Barragán.
Casa Chapala Inc., se declaró en quiebra bajo la protección del Capítulo 11 en julio del 2004 después de un fallido intento por afiliarse al night club Coco Loco. El Herald citó esencialmente un segmento de la solicitud de quiebra que asentaba que Casa Chapala Inc., tiene deudas por $100,000 a $500,000, pero Lupe dice que su deuda con acreedores privados está más cerca de la primera cantidad, aunque tiene adeudos por $200,000 con agencias municipales, estatales y federales por concepto de impuestos.
"Siempre enfrento esta clase de situaciones para que el público esté enterado. A todos se les pagará," dice Barragán. "Así es como nos educaron.
"Nuestra decisión es vender el negocio para pagar las deudas," dice. "Tuvimos una situación financiera difícil y nos retrasamos. Queremos vender y así pagar los impuestos y quedar libres y limpios en el futuro."
Barragán dice que recibieron cientos de llamadas el sábado, después de que el Herald publicó la nota.
"Habíamos hecho amistad con nuestros clientes; eran parte de nuestra familia. Así que el artículo del Herald los sorprendió, pero nadie estaba más sorprendido que nosotros," dice Barragán.
Devereaux admitió ante Barragán que ella había hablado con el Herald en un torpe intento por conseguir el apoyo de la comunidad para Lupe y su esposa Lucina, quienes por muchos años han apoyado las obras de caridad y a grupos comunitarios.
"Estaba tratando de ayudarlo," comenta Barragán que le dijo ella. "Usted ha sido un líder comunitario, y yo quería que el gobierno le diera un respiro, en vez de hacerlo cerrar."
"¿Por que pensó que nos cerrarían?", le preguntó Barragán. "Estábamos por hablar con ellos."
Los Barragán llegaron a Tri-Cities de Guadalajara, México, cuando ambos tenían 20 años. Abrieron el restaurante de Columbia Drive en 1987 y otro cerca del mall Columbia Center pocos años después.
"Yo le dije a mi esposa, 'Afortunadamente estamos enamorados uno del otro y no del dinero. Siempre nos tendremos uno al otro, porque el dinero va y viene," dice Barragán.
Contrariamente a lo que informó el Herald el 31 de diciembre, los populares restaurantes de Kennewick no han cerrado ni cerrarán. Pero desde la nota que apareciera en el Herald, los estacionamientos y las mesas del restaurante han estado virtualmente vacíos. Lo que debió haber sido uno de los fines de semana más ocupados del año, fue un completo desastre. Y los clientes se han estado retirando desde entonces.
La semana pasada, Barragán estimó que ha perdido $100,000 en sus dos restaurantes de Kennewick y en servicio de banquetes, y esa cifra sigue incrementándose.
"Yo no quiero poner en peligro su negocio, pero tampoco quiero que ellos hagan peligrar el mío," dice Barragán. "Es mi familia y 20 años de tradición y trabajo arduo, y ellos lo arruinaron en un fin de semana."
La fuente del artículo publicado por el Herald fue una ex empleada, Patty Devereaux, quien no trabajó en los restaurantes más de dos años, y Barragán dice que aseguró al reportero del Herald que la información era inexacta y que le daría todos los detalles tan pronto como él y su abogado tuvieran la oportunidad de reunirse con el Departamento de Ingresos estatal el 3 de enero, al que, acepta Barragán, debe $40,000 de impuestos.
"Le pregunté al reportero '¿Por qué escribió esa historia tan terrible? El negocio no estaba cerrado; nunca se ha cerrado,'" narra Barragán. "El dijo, 'Bueno, usted le dijo a Patty …' Y yo refuté, 'No dije nada a Patty. Usted llamó para verificar la historia, y yo le pedí que esperara, ofreciéndole aclarar el asunto el martes.'
El Tri-City Herald estaba más interesado en publicar la noticia que en tener una versión exacta de los hechos. Es la razón por la que estoy enojado con el Tri-City Herald," dice el dueño del restaurante.
"Le pedí al reportero que escribiera una nueva historia, y el contestó, 'No creo que nuestro editor nos permita hacer eso.' Pero el editor sí le permitió publicar algo que no era cierto; que íbamos a cerrar."
Efectivamente Barragán y su abogado se reunieron con el Departamento de Ingresos el 3 de enero, y Barragán prometió que, aun estando atrasado con el pago de impuestos,sus restaurantes seguirían operando. Negociaciones similares se están haciendo con el Internal Revenue Service federal. Barragán dice que nunca le dijo a su ex empleada Devereaux, a sus empleados actuales o a persona alguna que cerraría su restaurante.
El admite haber comentado con sus empleados que un comprador potencial se había echado para atrás y que por esa razón tendría que reducir horas de trabajo y recortar los gastos de otras maneras.
Lo que ahora Barragán trata de hacer es ayudar a uno de sus empleados a conseguir el financiamiento necesario para que se encargue de los restaurantes y así mantener la calidad de la comida y del servicio sin fallas.
"Queremos venderle a uno de los empleados con más antigüedad para que la transición sea lo menos problemática posible. Que no haya cambios en el servicio," dice Barragán.
Casa Chapala Inc., se declaró en quiebra bajo la protección del Capítulo 11 en julio del 2004 después de un fallido intento por afiliarse al night club Coco Loco. El Herald citó esencialmente un segmento de la solicitud de quiebra que asentaba que Casa Chapala Inc., tiene deudas por $100,000 a $500,000, pero Lupe dice que su deuda con acreedores privados está más cerca de la primera cantidad, aunque tiene adeudos por $200,000 con agencias municipales, estatales y federales por concepto de impuestos.
"Siempre enfrento esta clase de situaciones para que el público esté enterado. A todos se les pagará," dice Barragán. "Así es como nos educaron.
"Nuestra decisión es vender el negocio para pagar las deudas," dice. "Tuvimos una situación financiera difícil y nos retrasamos. Queremos vender y así pagar los impuestos y quedar libres y limpios en el futuro."
Barragán dice que recibieron cientos de llamadas el sábado, después de que el Herald publicó la nota.
"Habíamos hecho amistad con nuestros clientes; eran parte de nuestra familia. Así que el artículo del Herald los sorprendió, pero nadie estaba más sorprendido que nosotros," dice Barragán.
Devereaux admitió ante Barragán que ella había hablado con el Herald en un torpe intento por conseguir el apoyo de la comunidad para Lupe y su esposa Lucina, quienes por muchos años han apoyado las obras de caridad y a grupos comunitarios.
"Estaba tratando de ayudarlo," comenta Barragán que le dijo ella. "Usted ha sido un líder comunitario, y yo quería que el gobierno le diera un respiro, en vez de hacerlo cerrar."
"¿Por que pensó que nos cerrarían?", le preguntó Barragán. "Estábamos por hablar con ellos."
Los Barragán llegaron a Tri-Cities de Guadalajara, México, cuando ambos tenían 20 años. Abrieron el restaurante de Columbia Drive en 1987 y otro cerca del mall Columbia Center pocos años después.
"Yo le dije a mi esposa, 'Afortunadamente estamos enamorados uno del otro y no del dinero. Siempre nos tendremos uno al otro, porque el dinero va y viene," dice Barragán.