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En Sonora van Tras la Caza de Inmigrantes
Escrito el 12 Aug 2010
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NOGALES, Sonora - "La cuota" que resbala rapidito entre los dedos de los policías mexicanos es lo que ha librado al taxista Rogelio Sánchez de caer en la prisión por transportar indocumentados. La transacción dura segundos, pero han sido meses los que taxistas de Nogales y el puerto fronterizo de Agua Prieta llevan pagando extorsiones de 10 a 20 dólares, para que los policías nos los acusen de polleros.
"De aquí copiaron la ley Arizona", platica Sánchez, taxista de Agua Prieta en tono de burla refiriéndose a la enmienda SB1070 que desde el 29 de julio castiga en Arizona a las personas que transporten indocumentados.
En Nogales y Agua Prieta, rutas de mayor cruce migratorio, esa práctica es añeja: "No mas ven que subes dos o tres que se vean como ‘pollos’ [inmigrantes] y la chota se te echa encima. No les importa si los llevas a la estación de autobuses o a un albergue, sino pagas eres un pollero", explica Sánchez.
Gordo por las horas tras el volante y prieto por el sol, Sánchez no se sorprende por las olas de repudio que ha desatado la ley Arizona. Hace falta estar de pie en la esquina de los taxistas para darse cuenta que la franja mexicana se ha convertido en un escenario para la tortura y la persecución de los migrantes. A plena luz del día, justo a unos pasos de Sánchez, un comando de policías golpeaba con saña el rostro de un migrante contra el muro fronterizo.
Su frente se estrellaba una y otra vez contra las láminas de la frontera, muy cerca de una cruz blanca que irónicamente recuerda a los migrantes muertos.
"De aquí copiaron la ley Arizona", platica Sánchez, taxista de Agua Prieta en tono de burla refiriéndose a la enmienda SB1070 que desde el 29 de julio castiga en Arizona a las personas que transporten indocumentados.
En Nogales y Agua Prieta, rutas de mayor cruce migratorio, esa práctica es añeja: "No mas ven que subes dos o tres que se vean como ‘pollos’ [inmigrantes] y la chota se te echa encima. No les importa si los llevas a la estación de autobuses o a un albergue, sino pagas eres un pollero", explica Sánchez.
Gordo por las horas tras el volante y prieto por el sol, Sánchez no se sorprende por las olas de repudio que ha desatado la ley Arizona. Hace falta estar de pie en la esquina de los taxistas para darse cuenta que la franja mexicana se ha convertido en un escenario para la tortura y la persecución de los migrantes. A plena luz del día, justo a unos pasos de Sánchez, un comando de policías golpeaba con saña el rostro de un migrante contra el muro fronterizo.
Su frente se estrellaba una y otra vez contra las láminas de la frontera, muy cerca de una cruz blanca que irónicamente recuerda a los migrantes muertos.