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Junio y la Reforma
Escrito el 12 Jun 2010
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WASHINGTON, D.C. - Cuando de la reforma migratoria se trata, junio ha pasado a ser para mí un mes de esperanzas y desencantos.
Pasemos revista.
Un 28 de junio de 2007 fracasó el último intento legislativo en el Senado federal para avanzar la reforma migratoria integral. Ya van a ser tres años.
El 25 de junio de 2009 se condujo una reunión migratoria en la Casa Blanca con legisladores y líderes de ambos partidos políticos en la cual el presidente Barack Obama habló de su compromiso con avanzar dicha reforma.
Entonces dijo:
“A pesar de nuestra incapacidad de aprobar (la reforma) por los últimos años, los estadounidenses quieren una solución....Va a ser difícil, va a requerir la victoria de la practicalidad, el sentido común y la buena política pública sobre la política (partidista) a corto plazo".
Parece que fue ayer.
También habló de la urgencia del tema: "no se puede retrasar por un año, dos años, tres años o cinco años".
Ya casi ha pasado un año.
El 3 de junio de 2009 una coalición de grupos anunció la campaña nacional Reforma Migratoria Pro América para tratar de impulsar una solución integral mostrando un frente común de organizaciones de diversos intereses. También en junio del año pasado, el senador demócrata de Nueva York, Charles Schumer, presidente del subcomité de Inmigración del Senado, declaró que si la reforma migratoria no avanzaba con miras a tener una ley firmada en los primeros meses de 2010, "quizá no podramos lograrlo en una generación". Pero las fechas límite se han ido cambiando sobre la marcha. Ahora dice que posiblemente sea en marzo de 2011.
Y también en junio de 2009, su colega republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham, lo secundó: "Si esta vez no podemos conseguirlo, ningún político va a considerar este asunto en una generación. Eso sería una vergüenza para este país".
Hablando de vergüenzas, Graham ahora no quiere ni que le mencionen el tema.
Desde entonces a la fecha lo que hemos visto no es alentador para los inmigrantes que aguardan por una solución: más redadas administrativas, un envalentonado alguacil Joe Arpaio en Arizona todavía haciendo de las suyas (recién el viernes condujo otra redada en Phoenix), un 287(g) “modificado”, más deportaciones, la aprobación de la ley SB 1070 en Arizona, más de 17 estados con planes de seguirle los pasos, y ahora el despliegue de 1,200 Guardias Nacionales en la frontera. Por cierto, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) dice que cuatro de las ciudades que han visto un descenso en sus tasas de criminalidad se encuentran en estados fronterizos: Phoenix (Arizona), San Diego (California), El Paso y Austin (Texas). Pero el grito de guerra de que sin “seguridad fronteriza primero” no puede haber reforma, sigue siendo la orden del día.
El mes de junio corre veloz y me pregunto qué pasará, si algo, en este año electoral. Si los demócratas buscarán la forma de calmar las aguas con algunas acciones legislativas de ‘buena voluntad’; si algún republicano colaborará en el intento. Si, mientras el hacha va y viene, Obama echará mano de medidas administrativas para aliviar la espera de millones.
Lo cierto es que al menos entre los votantes latinos comienza a notarse el desencanto. Un sondeo de la firma Gallup documentó este lunes que aunque el presidente Obama mantiene un índice de aprobación de 57% entre los latinos, el apoyo se ha reducido en más de 10% desde comienzos del 2010. El descenso en los índices de aprobación ha sido especialmente marcado entre los latinos que fueron entrevistados en español.
Fue en junio del año pasado, el mismo día en que arrancó la campaña nacional Reforma Migratoria Pro América, que el pastor evangélico Samuel Rodríguez, Jr., presidente de la Conferencia Nacional de Líderes Hispanos Cristianos, dijo a America’s Voice que “el pueblo latino todavía es un pueblo muy moderado, no se ha decidido si es republicano o demócrata, y si el presidente no cumple con su promesa, las consecuencias (para los demócratas) serán contundentes en el 2010 y en el 2012”. ¿Será así?
Maribel Hastings es Asesora Ejecutiva y Analista de America’s Voice
Pasemos revista.
Un 28 de junio de 2007 fracasó el último intento legislativo en el Senado federal para avanzar la reforma migratoria integral. Ya van a ser tres años.
El 25 de junio de 2009 se condujo una reunión migratoria en la Casa Blanca con legisladores y líderes de ambos partidos políticos en la cual el presidente Barack Obama habló de su compromiso con avanzar dicha reforma.
Entonces dijo:
“A pesar de nuestra incapacidad de aprobar (la reforma) por los últimos años, los estadounidenses quieren una solución....Va a ser difícil, va a requerir la victoria de la practicalidad, el sentido común y la buena política pública sobre la política (partidista) a corto plazo".
Parece que fue ayer.
También habló de la urgencia del tema: "no se puede retrasar por un año, dos años, tres años o cinco años".
Ya casi ha pasado un año.
El 3 de junio de 2009 una coalición de grupos anunció la campaña nacional Reforma Migratoria Pro América para tratar de impulsar una solución integral mostrando un frente común de organizaciones de diversos intereses. También en junio del año pasado, el senador demócrata de Nueva York, Charles Schumer, presidente del subcomité de Inmigración del Senado, declaró que si la reforma migratoria no avanzaba con miras a tener una ley firmada en los primeros meses de 2010, "quizá no podramos lograrlo en una generación". Pero las fechas límite se han ido cambiando sobre la marcha. Ahora dice que posiblemente sea en marzo de 2011.
Y también en junio de 2009, su colega republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham, lo secundó: "Si esta vez no podemos conseguirlo, ningún político va a considerar este asunto en una generación. Eso sería una vergüenza para este país".
Hablando de vergüenzas, Graham ahora no quiere ni que le mencionen el tema.
Desde entonces a la fecha lo que hemos visto no es alentador para los inmigrantes que aguardan por una solución: más redadas administrativas, un envalentonado alguacil Joe Arpaio en Arizona todavía haciendo de las suyas (recién el viernes condujo otra redada en Phoenix), un 287(g) “modificado”, más deportaciones, la aprobación de la ley SB 1070 en Arizona, más de 17 estados con planes de seguirle los pasos, y ahora el despliegue de 1,200 Guardias Nacionales en la frontera. Por cierto, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) dice que cuatro de las ciudades que han visto un descenso en sus tasas de criminalidad se encuentran en estados fronterizos: Phoenix (Arizona), San Diego (California), El Paso y Austin (Texas). Pero el grito de guerra de que sin “seguridad fronteriza primero” no puede haber reforma, sigue siendo la orden del día.
El mes de junio corre veloz y me pregunto qué pasará, si algo, en este año electoral. Si los demócratas buscarán la forma de calmar las aguas con algunas acciones legislativas de ‘buena voluntad’; si algún republicano colaborará en el intento. Si, mientras el hacha va y viene, Obama echará mano de medidas administrativas para aliviar la espera de millones.
Lo cierto es que al menos entre los votantes latinos comienza a notarse el desencanto. Un sondeo de la firma Gallup documentó este lunes que aunque el presidente Obama mantiene un índice de aprobación de 57% entre los latinos, el apoyo se ha reducido en más de 10% desde comienzos del 2010. El descenso en los índices de aprobación ha sido especialmente marcado entre los latinos que fueron entrevistados en español.
Fue en junio del año pasado, el mismo día en que arrancó la campaña nacional Reforma Migratoria Pro América, que el pastor evangélico Samuel Rodríguez, Jr., presidente de la Conferencia Nacional de Líderes Hispanos Cristianos, dijo a America’s Voice que “el pueblo latino todavía es un pueblo muy moderado, no se ha decidido si es republicano o demócrata, y si el presidente no cumple con su promesa, las consecuencias (para los demócratas) serán contundentes en el 2010 y en el 2012”. ¿Será así?
Maribel Hastings es Asesora Ejecutiva y Analista de America’s Voice