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“Mainhattan”,tan bancaria como Fanática del Fútbol
Escrito el 19 May 2005
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FRÁNCFORT (dpa) - "Aquí me siento un ser humano, acá puedo ser yo, tal cual soy", definió alguna vez el poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe su ciudad natal, Fráncfort.
Nacido en 1749, el mayor escritor de habla germana y gran pensador no reconocería hoy a su idílica Fráncfort, la ciudad que en 1848 albergó la primera cámara parlamentaria de Alemania.
Fráncfort y sus orillas del río Meno (Main en alemán) son hoy un centro financiero internacional, y con 370 bancos asentados en el centro se convirtió en la capital bancaria de Alemania, amén de albergar a un sinnúmero de aseguradoras.
Es la ciudad alemana con el mayor número de rascacielos, por lo que le dieron el mote de "Mainhattan". La Bolsa de Valores de Fráncfort es la cuarta más grande del mundo en cuanto a volumen de negocios.
Desde que fuera fundada por los francos en el siglo VI, parece que todos los caminos conducen a Fráncfort. El aeropuerto es el más importante del país y el segundo de Europa. La ciudad atrae anualmente a millones de turistas y expertos que visitan a las grandes ferias industriales, como la Feria del Libro, la de la Música y el Salón Automotor.
A pesar de ser capital financiera, es una ciudad plena de contrastes: en lo urbano, los grandes espacios verdes, las nudos de autopistas o el aspecto multicultural que le brindan sus 650.000 habitantes, la cuarta parte de ellos extranjeros.
Pero Fráncfort además es fanática del fútbol y del deporte, ya que es sede de diversas federaciones deportivas. Tras dos recientes fracasos para ser sede de los Juegos Olímpicos, la expectativa que genera ser una de las doce sedes del Mundial, con cinco encuentros, es aún mayor. Y además, como regalo, en junio será anfitriona de la Copa Confederaciones, incluyendo la final el día 29.
A nadie sorprenderá el hecho de que la sede del comité organizador del Mundial esté en Fráncfort, que alberga la Federación Alemana de Fútbol (DFB) -la mayor federación nacional de ese deporte en el mundo entero-, y la Liga del Fútbol Alemán (DFL), que aglutina a los 24 equipos profesionales que juegan en la primera y segunda división de la Bundesliga.
Como curiosidad se destaca que Fráncfort no está representada en la primera división de la Bundesliga, auqnue el equipo local más importante y de mayor tradición, Eintracht Fráncfort, está luchando por lograr la promoción a primera.
Eintracht es un típico equipo sube y baja, con continuos ascensos y descensos en la última década. El único título de campeón tiene sabor a añejo: data de 1959.
Fráncfort y el Mundial ya se conocen. La ciudad fue sede en el Mundial de 1974, con el estadio "Waldstadion" como anfitrión del primer partido de aquel Mundial.
Inolvidable en la historia mundialista fue el triunfo 1-0 de Alemania contra Polonia, en las semifinales del torneo que acabaría ganando el equipo local, y que se disputó en un campo totalmente anegado por las torrenciales lluvias que azotaron esa tarde a la región.
Aquella vez estaban en la cancha dos de los ídolos del fútbol local, Juergen Grabowski y Bernd Holzenbein, estrellas inolvidables del Eintracht y hoy convertidos en embajadores mundialistas.
El histórico edificio que alberga al gobierno municipal de la ciudad, el Rathaus, y la plaza a su alrededor, el Roemerplatz, tienen también un lugar en la historia futbolera. Fue el escenario en el que cientos de miles de fanáticos festejaron dos veces a la selección nacional con recepciones multitudinarias. En 1990, cuando se coronó campeona mundial en Italia, bajo las órdenes de Franz Beckenbauer, tras vencer a Argentina 1-0, y en 1998, cuando con Rudi Voeller quedó subcampeona mundial tras perder en Japón con Brasil. Es evidente que dentro de un año se quiere repetir.
Fráncfort deposita mayores esperanzas en el Mundial, como polo de atracción para miles de turistas, y se apresta como ninguna. Los rascacielos de los bancos se convertirán en pantallas para ver las transmisiones de los partidos en directo, u ofrecerán un marco especial para exposiciones de murales y fotografías gigantes.
El festival cultural y de espectáculos que están preparando los responsables de la ciudad es mayúsculo.
El "Waldstadion" acaba de ser remodelado completamente a un costo de 188 millones de euros (241 millones de dólares) y es hoy un modernísimo estadio con capacidad para 48.000 espectadores sentados. El estadio ya fue bautizado como "el cabriolet más grande del mundo", porque su techo corredizo puede ser abierto y cerrado en apenas 12 minutos.
El techo fue diseñado para evitar que se vuelva a repetir la insólita situación de inundaciones del Mundial 74, cuando las intensas lluvias incluso obligaron a demorar el inicio del encuentro Alemania-Polonia, porque los voluntarios tuvieron que quitar el agua del campo de juego.
El nuevo estadio será inaugurado el 15 de junio en el encuentro inaugural de la Copa Confederaciones entre Alemania y Australia. Tal vez el nombre del hijo más conocido de la ciudad, Johann Wolfgang von Goethe, era el ideal para darle un nuevo nombre al estadio.
Pero teniendo en cuenta que en la actualidad Fráncfort se mueve bajo las órdenes del dinero y no de la literatura, no sorprende que el estadio pasará a llamarse de ahora en más en "Commerzbank- Arena".
Nacido en 1749, el mayor escritor de habla germana y gran pensador no reconocería hoy a su idílica Fráncfort, la ciudad que en 1848 albergó la primera cámara parlamentaria de Alemania.
Fráncfort y sus orillas del río Meno (Main en alemán) son hoy un centro financiero internacional, y con 370 bancos asentados en el centro se convirtió en la capital bancaria de Alemania, amén de albergar a un sinnúmero de aseguradoras.
Es la ciudad alemana con el mayor número de rascacielos, por lo que le dieron el mote de "Mainhattan". La Bolsa de Valores de Fráncfort es la cuarta más grande del mundo en cuanto a volumen de negocios.
Desde que fuera fundada por los francos en el siglo VI, parece que todos los caminos conducen a Fráncfort. El aeropuerto es el más importante del país y el segundo de Europa. La ciudad atrae anualmente a millones de turistas y expertos que visitan a las grandes ferias industriales, como la Feria del Libro, la de la Música y el Salón Automotor.
A pesar de ser capital financiera, es una ciudad plena de contrastes: en lo urbano, los grandes espacios verdes, las nudos de autopistas o el aspecto multicultural que le brindan sus 650.000 habitantes, la cuarta parte de ellos extranjeros.
Pero Fráncfort además es fanática del fútbol y del deporte, ya que es sede de diversas federaciones deportivas. Tras dos recientes fracasos para ser sede de los Juegos Olímpicos, la expectativa que genera ser una de las doce sedes del Mundial, con cinco encuentros, es aún mayor. Y además, como regalo, en junio será anfitriona de la Copa Confederaciones, incluyendo la final el día 29.
A nadie sorprenderá el hecho de que la sede del comité organizador del Mundial esté en Fráncfort, que alberga la Federación Alemana de Fútbol (DFB) -la mayor federación nacional de ese deporte en el mundo entero-, y la Liga del Fútbol Alemán (DFL), que aglutina a los 24 equipos profesionales que juegan en la primera y segunda división de la Bundesliga.
Como curiosidad se destaca que Fráncfort no está representada en la primera división de la Bundesliga, auqnue el equipo local más importante y de mayor tradición, Eintracht Fráncfort, está luchando por lograr la promoción a primera.
Eintracht es un típico equipo sube y baja, con continuos ascensos y descensos en la última década. El único título de campeón tiene sabor a añejo: data de 1959.
Fráncfort y el Mundial ya se conocen. La ciudad fue sede en el Mundial de 1974, con el estadio "Waldstadion" como anfitrión del primer partido de aquel Mundial.
Inolvidable en la historia mundialista fue el triunfo 1-0 de Alemania contra Polonia, en las semifinales del torneo que acabaría ganando el equipo local, y que se disputó en un campo totalmente anegado por las torrenciales lluvias que azotaron esa tarde a la región.
Aquella vez estaban en la cancha dos de los ídolos del fútbol local, Juergen Grabowski y Bernd Holzenbein, estrellas inolvidables del Eintracht y hoy convertidos en embajadores mundialistas.
El histórico edificio que alberga al gobierno municipal de la ciudad, el Rathaus, y la plaza a su alrededor, el Roemerplatz, tienen también un lugar en la historia futbolera. Fue el escenario en el que cientos de miles de fanáticos festejaron dos veces a la selección nacional con recepciones multitudinarias. En 1990, cuando se coronó campeona mundial en Italia, bajo las órdenes de Franz Beckenbauer, tras vencer a Argentina 1-0, y en 1998, cuando con Rudi Voeller quedó subcampeona mundial tras perder en Japón con Brasil. Es evidente que dentro de un año se quiere repetir.
Fráncfort deposita mayores esperanzas en el Mundial, como polo de atracción para miles de turistas, y se apresta como ninguna. Los rascacielos de los bancos se convertirán en pantallas para ver las transmisiones de los partidos en directo, u ofrecerán un marco especial para exposiciones de murales y fotografías gigantes.
El festival cultural y de espectáculos que están preparando los responsables de la ciudad es mayúsculo.
El "Waldstadion" acaba de ser remodelado completamente a un costo de 188 millones de euros (241 millones de dólares) y es hoy un modernísimo estadio con capacidad para 48.000 espectadores sentados. El estadio ya fue bautizado como "el cabriolet más grande del mundo", porque su techo corredizo puede ser abierto y cerrado en apenas 12 minutos.
El techo fue diseñado para evitar que se vuelva a repetir la insólita situación de inundaciones del Mundial 74, cuando las intensas lluvias incluso obligaron a demorar el inicio del encuentro Alemania-Polonia, porque los voluntarios tuvieron que quitar el agua del campo de juego.
El nuevo estadio será inaugurado el 15 de junio en el encuentro inaugural de la Copa Confederaciones entre Alemania y Australia. Tal vez el nombre del hijo más conocido de la ciudad, Johann Wolfgang von Goethe, era el ideal para darle un nuevo nombre al estadio.
Pero teniendo en cuenta que en la actualidad Fráncfort se mueve bajo las órdenes del dinero y no de la literatura, no sorprende que el estadio pasará a llamarse de ahora en más en "Commerzbank- Arena".
Por Ronald Freeman (dpa)