Pasión Guadalupana
La celebración de un aniversario más de la aparición de la Virgen Morena ante el indio Juan Diego, canonizado por el Vaticano y reconocido como el primer santo indígena, se anticipó desde varios días antes, desde que comenzaron a llegar los primeros fieles católicos para postrarse frente a la imagen de la "Emperatriz de América".
Desde su aparición, hace 475 años, miles de mexicanos acuden al cerro del Tepeyac, y este año se calcula que en una semana habrán pasado ante la Virgen hasta doce millones de fieles.
PATRONA DE MÉXICO
Patrona de México, madre de los huérfanos, morenita del Tepeyac, entre otros títulos, marcan la pasión por esta Virgen, cuya Basílica es el lugar religioso más visitado del mundo después de La Meca.
Según la tradición católica, en 1531 la Virgen pidió a Juan Diego que llevara al obispo fray Juan de Zumárraga el mensaje de que se le construyera un templo en ese lugar, el cerro del Tepeyac.
La conquista española se había concretado diez años antes y en ese lugar los aztecas adoraban a una de sus diosas, Tonatzin.
En la última de las apariciones, para convencer al incrédulo obispo, quedó estampada la imagen de la Virgen en la tilma (una especie de poncho) que usaba Juan Diego, guardada celosamente en la Basílica.
La extraordinaria devoción de los mexicanos por su Virgen les lleva a colocar pequeños altares con su imagen en los lugares más inverosímiles, como las puertas de los prostíbulos, las cantinas, los subterráneos, los mercados y, por supuesto, los autos, las paradas de taxi y los autobuses. La pasión por la Virgen ha llevado al extremo a muchos de sus fieles de grabarse su imagen en la piel.
Aunque en los doce meses del año se realizan las peregrinaciones de fieles, el 12 de diciembre rebasa todas las expectativas y se convierte en un día especial en la capital mexicana.
'CONCHEROS'
Los 'concheros' danzarines ataviados a la usanza prehispánica) tienen especial protagonismo estos días, expresando con sus bailes la devoción que sienten por la Patrona de México.
Los grupos, vestidos con vivos colores, presentan sus ofrendas entre los fieles y peregrinos en el exterior de la Basílica. Incensarios, músicos y ofrendas a la Virgen se entremezclan con los peregrinos que llegan a pie, en camión o bicicleta. Los bailes se producen simultáneamente a las misas y demás bendiciones más ortodoxas que presidieron los miembros de la curia católica. En ellos también participan grupos de campesinos y músicos vestidos con huipiles, trajes típicos de sus regiones, a quienes acompañan siempre sus músicos.
Sin embargo, las puertas de la Basílica permanecen abiertas y los "concheros" entran incluso a las ceremonias para alegrarlas con sus bailes, ritmos y colores.
Fuera del recinto de la Basílica cientos de pequeños comerciantes hacen su agosto con espectaculares ofertas ("dos por una", "todo a diez pesos" -un dólar-) con las que jalean a los peregrinos.