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Prohibido estudiar en Estados Unidos
Escrito el 13 Oct 2005
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NUEVA YORK - La principal crueldad del sistema educativo de Estados Unidos es el permitirle a jóvenes indocumentados estudiar la primaria y la secundaria (o highschool) en escuelas públicas, pero luego de graduarse no les permite asistir a la universidad como residentes del estado donde viven.
Cada año alrededor de 60 mil estudiantes, muchos de ellos brillantes, no van a la universidad porque el sistema se los prohibe. Así de sencillo, así de absurdo, así de cruel.
Prohibido estudiar. Eso es lo que las leyes estadounidenses le dicen a miles de estudiantes cuyo único pecado es haber llegado de niños a Estados Unidos de la mano de sus padres indocumentados.
Bien o mal, la decisión de venir a este país ilegalmente no fue de ellos, fue de sus padres. Pero ahora ellos están pagando las consecuencias.
Este es el caso de Julita Rincón, de Guadalajara, México, quien en 1996 cruzó la frontera para reunirse con sus padres. Ella apenas tenía 13 años de edad. "Me siento más gringa que mexicana", me dijo en una entrevista. Habla español perfectamente, pero se puede comunicar con mayor precisión en inglés. Y es que ha pasado casi la mitad de su vida en Estados Unidos.
"Adoptamos muchas cosas de la cultura americana", me comentó a manera de explicación.
Luz al final del túnel
Cuando Julita terminó la secundaria o highschool en Texas, estaba condenada a dejar de estudiar. Pero se enteró de que en el verano de 2001 se había aprobado una nueva ley en Texas, denominada H.B. 1403, gracias a la iniciativa del representante estatal Rick Noriega.
Esa ley le permite a los estudiantes indocumentados que llevan más de cinco años en Texas seguir estudiando en las universidades estatales como si fueran residentes legales. Y la diferencia es enorme.
Julita, quien cursa el cuarto y último año de la carrera de psicología, hubiera tenido que pagar más de 20 mil dólares al año como estudiante extranjera en la Universidad de Houston. Para hacerlo más complicado aún, los estudiantes indocumentados no pueden solicitar muchas becas.
Pero gracias a la H.B. 1403 Julita sólo paga unos 7 mil dólares al año, como cualquier otro residente de Texas, entre libros y colegiatura.
En la Universidad de Houston hay cerca de 300 estudiantes que se encuentran en una situación similar a la de Julita.
Cada año alrededor de 60 mil estudiantes, muchos de ellos brillantes, no van a la universidad porque el sistema se los prohibe. Así de sencillo, así de absurdo, así de cruel.
Prohibido estudiar. Eso es lo que las leyes estadounidenses le dicen a miles de estudiantes cuyo único pecado es haber llegado de niños a Estados Unidos de la mano de sus padres indocumentados.
Bien o mal, la decisión de venir a este país ilegalmente no fue de ellos, fue de sus padres. Pero ahora ellos están pagando las consecuencias.
Este es el caso de Julita Rincón, de Guadalajara, México, quien en 1996 cruzó la frontera para reunirse con sus padres. Ella apenas tenía 13 años de edad. "Me siento más gringa que mexicana", me dijo en una entrevista. Habla español perfectamente, pero se puede comunicar con mayor precisión en inglés. Y es que ha pasado casi la mitad de su vida en Estados Unidos.
"Adoptamos muchas cosas de la cultura americana", me comentó a manera de explicación.
Luz al final del túnel
Cuando Julita terminó la secundaria o highschool en Texas, estaba condenada a dejar de estudiar. Pero se enteró de que en el verano de 2001 se había aprobado una nueva ley en Texas, denominada H.B. 1403, gracias a la iniciativa del representante estatal Rick Noriega.
Esa ley le permite a los estudiantes indocumentados que llevan más de cinco años en Texas seguir estudiando en las universidades estatales como si fueran residentes legales. Y la diferencia es enorme.
Julita, quien cursa el cuarto y último año de la carrera de psicología, hubiera tenido que pagar más de 20 mil dólares al año como estudiante extranjera en la Universidad de Houston. Para hacerlo más complicado aún, los estudiantes indocumentados no pueden solicitar muchas becas.
Pero gracias a la H.B. 1403 Julita sólo paga unos 7 mil dólares al año, como cualquier otro residente de Texas, entre libros y colegiatura.
En la Universidad de Houston hay cerca de 300 estudiantes que se encuentran en una situación similar a la de Julita.