Adiós al Divo de Juárez

Luego de pasar casi un mes en hospitales de Estados Unidos, el señor Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido como Juan Gabriel o el divo de Juárez, falleció esta tarde a consecuencia de una fuerte neumonia.
La salud del cantautor se venía deteriorando por varios meses, hasta que todo empeoró en uno de sus conciertos en New York, cuando a pesar de estar enfermo, salió a ofrecer un concierto con temperaturas cerca de los 0 grados centígrados.
El cantante canceló varios conciertos en Estados Unidos, y tenía programados más de 80 apariciones en este año.El cuerpo del fallecido será enviado a la ciudad de México y luego transportado a la ciudad que lo vio nacer, Paracuaro, Michoacán.
El cantautor había dado un concierto el viernes en el Forum de Los Ángeles como parte de su gira “MéXXIco Es Todo Tour 2016”.
“Ha pasado a formar parte de la eternidad y nos ha dejado su legado a través de Juan Gabriel, personaje por él creado por toda la música que ha sido cantada e interpretada a lo largo y ancho del este mundo. Juan Gabriel, no ha muerto, por que como Alberto decía, ‘Mientras exista alguien que cante mis canciones, Juan Gabriel vivirá”’.

La Música de Juan Gabriel Convenció a Los Machos
Puede uno estar de acuerdo o no con el compositor y vocalista Alberto Aguilera Valadez (Parácuaro, Michoacán, 7 de enero de 1950—Santa Mónica, California, 28 de agosto de 2016): Juan Gabriel. Juanga en el cariño de millones de latinoamericanos.
Los puristas siempre son puristas: ¿qué pueden decir?, además: no nos interesa lo que digan; pero, para nosotros, adeptos de la canción espontánea, esa que nos hace llorar cuando el amor nos abandona o nos visita: Juan Gabriel es un patrimonio de la música mexicana.
¿Quién no ha tarareado al menos, una vez en su vida las sugerentes melodías del Divo de Juárez?
Para los que tienen dudas todavía: basten estos ejemplos: “Hasta que te conocí”, “Amor eterno” y “Querida”.
Y todavía más: que los puristas escuchen detenidamente esa pequeña obra maestra de la canción hispana: “Se me olvido otra vez” en que se conjunta la inspiradora melodía con versículos de raigambre posmodernista en apuntes de cautivadora perfección lírica: “Probablemente ya de mí te has olvidado / Y sin embargo yo te seguiré esperando / No me he querido ir para ver si algún día / Que tú quieras volver me encuentres todavía // Por eso aún estoy en el lugar de siempre / En la misma ciudad y con la misma gente / Para que tú al volver no encuentres nada extraño / Y sea como ayer y nunca más dejarnos // Probablemente estoy pidiendo demasiado / Se me olvidaba que ya habíamos terminado / Que nunca volverás que nunca me quisiste / Se me olvidó otra vez que sólo yo te quise”. Vayan estrofas en que los lugares comunes se convierten en imágenes incitantes.
La Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) registra en sus archivos más de 1800 composiciones que transitan por el pop, ranchero, flamenco, huapango, bolero, afrocaribeño, banda, chicano, bolero ranchero, son de mariachi y esquemas de balada, entre otras variantes sonoras del entorno melódico-rítmico hispano.
Pero, el autor del popular éxito de los 80, “El noa noa”, concordó un cosmos híbrido, en que el ánimo de las raíces musicales de México siempre está presente.
Uno de los soportes clave del atlas del cancionero moderno de nuestro país, junto a Agustín Lara, José Alfredo Jiménez y Armando Manzanero. Juan Gabriel ha sabido calar hondo en el pueblo.
Sus atajos melódicos-armónicos de atrayente frescura renovaron el repertorio de la música romántica hispana. Tenor ligero de falsete cautivador, fraseaba con un prodigioso sentido del tempo desde un imaginario de precisa recitación.
Los puristas guardan silencio. Nunca le perdonarán a Alberto Aguilera Valadez esos cánticos que los derrotados y enaltecidos por el amor canturrean a todas horas.
El poema de amor se teje en cifras de un habla común y familiar (“Tú eres / la tristeza de mis ojos / que lloran / en silencio por tu amor / me miro en el espejo / veo en mi rostro / el tiempo que he sufrido por tu adiós Cómo quisiera / que tú vivieras / que tus ojitos / jamás se hubieran cerrado nunca / y estar mirándolos // Amor eterno e inolvidable...”). Los enamorados se columpian en los vaivenes de la tristeza. Juan Gabriel: el amaneramiento que fue capaz de convencer a los machos y convertirse en el himno de los otros.

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