Niños Entre el Campo y la Escuela

Hijos de inmigrantes en EEUU sufren junto a sus padres

OCALA, Florida ” Elizabeth Pineda se levanta mientras su hijo Adrián, de cuatro años, duerme a su lado. Prepara un par de pantaloncitos y una camiseta blanca para su primer día en la escuela, toma su cartera y sale de la habitación sin hacer ruido. Su prima vendrá por el niño para llevarlo a la escuela en unas horas.

Son las cuatro de la mañana y casi no hay iluminación en las calles de esta comunidad rural de la Florida. Pineda sube a su vieja camioneta blanca y enciende el motor.

La mujer, de 20 años, hija de trabajadores del campo mexicanos nacida en Estados Unidos, trabaja en plantaciones de maní.

Historias de inmigrantes como esta se repiten a diario a lo largo y ancho del país. De niña, Pineda ayudaba a su padre a recoger naranjas. Ella se encargaba de las ramas más bajas, su padre de las más altas. Hoy es madre soltera y a veces tienen que llevar a Adrián el campo, donde se entretiene con autos de juguete en la camioneta mientras ella recoge maníes. Para la mayoría de estas familias, los jardines de infantes son muy caros y hay pocas alternativas.

El gobierno ofrece un programa llamado "Head Start" para los hijos de trabajadores del campo, pero sirve a un porcentaje ínfimo de pequeños, según estimaciones de los funcionarios del programa y de dependencias gubernamentales. Hay listas de esperas con cientos de nombres en distintos sitios del país.

En general, los niños quedan en casas de amigos de la familia, asisten a jardines pre-kinder del estado o acompañan a sus padres al campo, donde están expuestos al calor, los insectos, sustancias químicas y maquinaria pesada, que con frecuencia causan lesiones y hasta muertes.

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