Soldado lucha por no ser deportado
“No hay palabras para describir la depresión tan grande que siente”, expresó su esposa Ann Chaudhry, con los ojos llorosos. “Te desanima. Quieres encerrarte. Es algo que no te deja. La gente que no ha pasado por cosas como esta no entiende lo que uno siente”. En una mañana reciente, Chaudhry está sentado en una silla de ruedas en su vivienda de Yakima. Su esposa le pasa una servilleta con las pastillas que toma para tolerar el dolor generado por lesiones en la columna. Casi no sale de su casa.
Llegó a Estados Unidos como turista en 1998 y se enroló en las fuerzas armadas en marzo del 2001, decidido a hacer una vida de militar. Un mes después fue aprobada su solicitud de residencia permanente. Pero una serie de lesiones en la columna ocurridas durante los entrenamientos, al agacharse y levantarse constantemente corriendo con un fusil y una mochila en la espalda, lo confinaron a una silla de ruedas. Fue dado de baja con honores en el 2006.