Un dramático juego del gato y el ratón

Entre inmigrantes, "migra" y soldados.



En la frontera de Nuevo México, como antes ocurrió en la de Arizona con Sonora, las inmigrantes y la Patrulla Fronteriza juegan al gato y el ratón con resultados dramáticos: el refuerzo en un sector de la frontera envía a los inmigrantes y coyotes a otros sitios, cada vez más inhóspitos y peligrosos.

Además, soldados de la Guardia Nacional hacen ahora labores de la Patrulla Fronteriza. Los agentes, más liberados por ello, pueden pasar más tiempo rastreando el desierto.

Junto a la plaza de la ciudad fronteriza de Palomas, en el lado mexicano, cuatro autobuses escolares vacíos aguardan a los pasajeros para llevarlos donde les resulte más fácil intentar el cruce ilegal a territorio de Estados Unidos.

Palomas empezó a surgir como plataforma de los contrabandistas de inmigrantes ("coyotes") hace cinco años cuando el endurecimiento de la vigilancia en Arizona hizo que buena parte del flujo de inmigrantes se dirigiera a un tramo desértico en el sudoeste de Nuevo México.

Pero el papel de la ciudad como punto de reunión de coyotes e inmigrantes ha disminuido. El refuerzo de la Patrulla Fronteriza estadounidense, las cámaras de vigilancia, las barreras y la presencia de la Guardia Nacional ha desviado la mayor parte del flujo inmigratorio de esta ciudad vecina a Columbus, el punto de cruce más activo de Nuevo México.

"Todavía siguen cruzando, pero es difícil que se salgan con la suya", dijo Francisco Molina Arreaola, un conductor cuyo autobús polvoriento no tenía ningún pasajero todavía. Dijo que el refuerzo de la seguridad fronteriza había reducido su clientela en más de la mitad, aun mientras otros sitios al oeste de Columbus se han hecho más populares.

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