Estilista que cambia vidas

ORLANDO.- El estilista puertorriqueño John Rivera consiguió la fama y el éxito a través del injerto de cabello, pero, más allá de su trabajo, devuelve la autoestima a niñas, jóvenes y adultos por medio de su entrega y pasión a lo que hace.

Rivera es experto en los tratamientos de reemplazo de cabello por medio de prótesis de piel con cabello cien por ciento natural.

"Mi mejor recompensa, es ver que alguien que sufría por una condición de caída de cabello, la atienda y se vaya feliz con una actitud segura y triunfadora", aseguró Rivera en el salón de belleza Central Avenue, en Kissimmee, Florida.

Rivera realiza tratamientos de forma gratuita a menores de edad víctimas del cáncer, que reciban tratamiento de quimioterapia, accidentes, estrés u otros problemas de salud que ha provocado la caída del cabello.

"Creo que si puedo dar un poco de mi talento a favor de otros, estoy siendo recíproco y agradecido por lo que tengo. Sé el cambio trascendental que esto tiene en sus vidas para poder jugar, bañarse en una piscina, realizar labores normales", afirmó.

Su buen corazón, le permite donar sus servicios y lo hace por medio de la agencia nacional sin fines de lucro, "Hair Loss for Kids".

El estilista realiza un estudio preliminar al menor para escoger el tipo, color y largo de cabello de acuerdo al estilo de vida del cliente. Luego fija una sesión para la colocación de la prótesis y continúa su trabajo mediante una llamada a la familia del menor para saber que todo está bien.

"Verifico que el niño o el joven se sienta bien con su nuevo cabello, les toma poco tiempo adaptarse y pronto hasta se ven y visualizan todo el tiempo con su cabello y no como estaban antes", dijo.

Un tratamiento de implante como éste cuesta entre 1.500 y 3 mil dólares y los menores son beneficiados sin pagar ni un centavo. Rivera ha ayudado a más de 30 niños a lo largo de su carrera profesional.

Este hispano de 37 años, quedó desde muy pequeño al cuidado de su abuela en un hogar humilde en Puerto Rico.

A la edad de 26 años, un tío que era especialista en el reemplazo de cabello le propuso llevarlo a Nueva Jersey para darle educación y fue así que se inclinó por esta profesión.

Sin embargo, recordó que el camino hacia el éxito profesional no le resultó fácil como le toca vivir a los hispanos recién llegados a este país. "Al principio, me tocó hacer de todo un poco: en la construcción, mantenimiento de máquinas tragamonedas, de mesero, maletero, limpieza de hoteles", afirmó con orgullo.

Recordó como le impactó la primera vez que vio a una joven de 16 años que atendió su tío y le realizó el reemplazo de cabello, porque quería ir a su baile de promoción con una larga cabellera.

"Ella lloró, abrazó fuerte a mi tío y le dio las gracias. Fue un momento inolvidable para mi, vi el efecto grande que tenía esta labor y decidí que quería hacer lo mismo".

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